Apenas iniciaba mi habitual desayuno cuando repiqueteó el timbre del teléfono. Era mi hermana Julieta, quien, preocupada por la noticia de que el virus de la marrana influenza brotó en un poblado de Veracruz, me manifestaba su fraternal inquietud.
Y COLGUÉ
POR: Edwin Corona y Cepeda.
Como es natural suponer, la conversación giró sobre el estado de salud personal y la influenza porcina.
Julietita, tenaz defensora, al igual que su marido, del actual régimen, me indicó que no era muy clara la definición de la influenza, así que haciendo gala de mi conocimiento etimológico, referí que la palabra gripa es de origen francés, pero que influenza es lo mismo, solo que en italiano. Por otro lado, existe el común error de nombrar cualquier resfriado como gripa e incluso existe quien la clasifica como gripe, con lo que se ve en claro problema semántico cuando quiere expresar su estado de salud personal ante algún núcleo social. Sobre todo si hay oídos castos.
Y el reproche no dejó de aparecer. ¡Es que – me dijo – este es un problema de salud nacional! a lo que respondí que no, ya que este es un problema de salud personal, y que si hablamos en plural, o sea que lo consideramos como nacional, lo correcto será indicar que es un problema de salud social. No es masivo, es colectivo.
Pero, es que – replicó – el presidente ha dicho que es un problema nacional. ¿Acaso no crees en él? No, respondí de inmediato, no le creo. No se te olvide que “haiga sido como haiga sido”, su ascenso al poder fue un verdadero Golpe de Estado, o ¿Qué acaso no recibió la banda presidencial de manos de un militar, aunque fuese un cadete? Y, además como acostumbra entró por la puerta de atrás. Repito, no le creo.
Entonces, siguió “La Pichi” (forma cariñosa de trato), ¿Crees en eso del terrorismo biológico? No del todo – respondí – pero hay que investigarlo, no se puede descartar. Tengo una amiga que alertó desde hace más de tres años sobre este problema y todo mundo la tiró de a loca. Tampoco el Secretario de Salud parece darle la importancia debida. Y mientras no se haga la reconstrucción EXACTA del origen y propagación del virus, no puedo desecharla. Recuerda que el uso de la primera arma biológica ocurrió durante la guerra ruso-japonesa a fines del Siglo XIX, donde estos últimos encerraron en bolas de cristal a cientos de de moscas infectadas, que luego lanzaron con gran éxito sobre el ejercito ruso, que tuvo que replegarse debido a la “chorrera” que afectó a soldados y mariscales. Ahora se cuenta con armas más sofisticadas y esta puede ser una de ellas...
Entonces, continúo, Julieta, has de de ser uno más de los que piensa que la declaración del presidente es la de distraer al pueblo. Claro que lo es. Es exactamente lo mismo que cuando se hacen las interminables discusiones del fútbol. Acuérdate de mi socio Arturo y sus hermanos que después de ver el partido (por TV) del América, si perdía discutían sobre ello lunes martes y miércoles, situación que igual sucedía si “Las Aguilas” ganaban. Y jueves, viernes y sábado, planeaban la estrategia sobre lo que iba a suceder en el próximo partido del domingo. Hasta que los puse a trabajar y como es de suponer, jamás me lo perdonaron. Lo mismo sucede cuando se discute de otros distractores como el sexo, la religión o la política. Y llega a tal grado esta locura que se pretende presentar, como un acto de libertad, la decisión de elegir el equipo de fútbol de su preferencia. Y un despistado diputado pretende presentar una iniciativa de ley al respecto. Lo que es no tener que hacer.
¿Bueno, que es esto, epidemia o pandemia? Muy simple, epidemia es una enfermedad viral o bacterial localizada en una determinada región de un país, mientras que pandemia representa abarcar parte o todo el territorio de más de un país. Por lo pronto es epidemia, a la que ahora que ya se nos unieron los Estados Unidos y no tarda Venezuela, será una pandemia.
¿Crees entonces que en México existan las condiciones sociales, económicas y políticas para que la consideremos como una gran epidemia e incluso pandemia? ¡Claro que sí! En primera instancia somos un país miserable donde la pobreza impera por doquier, carecemos de una infraestructura adecuada, no solo en carreteras puertos y aeropuertos, sino en la infrestructura social como son hospitales, médicos preparados, escuelas, alimentación deficiente, falta de empleos, migración y desempleo galopante, salario miserable, inseguridad y tantos otros factores que nos han hecho aparecer como “naturales”. A eso súmale la falta de respeto al medio ambiente, la entrega de nuestros recursos energéticos, marítimos y mineros, el calentamiento, no solo global, sino local que es más próximo, la escasez de agua que ya se resiente en la capital y la corrupción de autoridades, partidos políticos y representantes populares y veras que la influenza marrana es de dar risa.
Agrégale, continúe, el negocito de la monopolización de las patentes médicas por parte de los laboratorios trasnacionales y si no, pregúntale a nuestro hermano que es gerente de uno de ellos, como se las gastan, la carencia de investigación científica en todos los ramos de la estructura social funcional, el apartheid tecnológico, las oligarquías en el poder, la carencia absoluta de higiene en las poblaciones y colonias “marginadas”, el cociente intelectual del mexicano medio y todo, todo lo que se ha perdido desde hace mas de 30 años y que, insensiblemente, sin darnos cuenta se parece a un velado sueño, del que estamos despertando, gracias a que empezamos a estar conscientes de las marranadas.
No hay que perder de vista – añadí – que debemos estar atentos a la realidad: tenemos un país en bancarrota y un fermento social levantisco. Y colgué.
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