El Asesinato del Maestro Misael
by Mario Quijano on Saturday, July 16, 2011 at 10:54pm
A casi 26 años del asesinato del maestro Misael Núñez Acosta -quien aparece en la foto-, miembros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación señalaron que no sólo no se ha castigado a los autores materiales del homicidio, sino que ahora se premia a Elba Esther Gordillo
Detalles obtenidos por el companero Juan Carlos Ruiz Rubio
La Maestra. Vida y hechos de Elba Esther Gordillo
La Hoffa, fortuna y nexos con el poder
La Hoffa, apuntes biográficos
Por José Martínez M.*
Maniobras al estilo del viejo régimen /1
INTRODUCCIÓN
La primera referencia escandalosa a su persona salió a la luz pública en junio de 1979 después de que 12 mil maestros de Chiapas –lugar de origen de la Maestra– se declararon en huelga y fueron agredidos con violencia extrema. Como defensa comenzaron a unirse a profesores de otras entidades para formar la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Elba Esther Gordillo Morales ya era sinónimo de poder. Había establecido su cacicazgo regional en el Valle de México y por primera ocasión era designada diputada federal por ciudad Nezahualcóyotl, enarbolando un discurso populista que contrastaba con el reclamo de decenas de miles de maestros que salían a las calles para exigir la democratización de su gremio y mejores condiciones de trabajo.
La Maestra ha sido una de las figuras públicas más polémicas y controvertidas de las últimas décadas. A nadie debe extrañar que ante las críticas de los medios siempre responde que es víctima de calumnias y campañas de sus enemigos, eso tiene una explicación, porque por definición los vencedores siempre dan cuenta de su propia victoria que, en el caso de políticos de su misma estirpe, como el profesor Carlos Hank González, se autodefinen como los self-made-men. En todo caso la Maestra se describe a sí misma como una self-made-woman, que estuvo en el lugar indicado a la hora indicada y cuyo argumento es su presunta misión con el país en su papel de redentora de las causas sociales.
Ese es el discurso que le ha permitido ocupar diversos espacios en la política, de la mano de los presidentes en turno que la han protegido en compensación al apoyo político de la estructura corporativa del magisterio nacional, que juega una especie de pesos y contrapesos del poder por ser éste el sindicato más numeroso y representativo del país.
La trayectoria personal de la Maestra –desde su origen matizado de claroscuros hasta su relación con la pareja presidencial caracterizada por la intriga palaciega– ha estado marcada por el escándalo de su inconmensurable riqueza y los señalamientos que la involucran en la represión que durante la guerra sucia del magisterio dejó un saldo de más de un centenar de profesores asesinados.
Su renuncia a la militancia disidente en los inicios de la década de los setenta tuvo como base su incorporación, en 1972, a las huestes de Carlos Jonguitud Barrios, el autoproclamado guía moral del grupo llamado Vanguardia Revolucionaria quien implantó un cacicazgo inflexible que se prolongó durante tres sexenios. Fue necesaria la misma intervención presidencial para aplastarlo.
Aunque Elba Esther Gordillo no llegó al liderazgo del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación por el mismo método de su antecesor, sí lo hizo con la misma fórmula: mediante el autoritarismo presidencial que la impuso como parte de los pactos secretos del poder.
Casi tres lustros después la Maestra recompensa con su apoyo irrestricto a Carlos Salinas de Gortari, quien la impulsó y la ayudó a construir su propio cacicazgo, bajo el maquillaje de un nuevo discurso más acorde a los tiempos políticos de la transición. Éste se inició justamente con el derrumbe del PRI en las elecciones de julio de 1988 cuando se cometió el mayor fraude electoral de la historia política del país, que provocó el surgimiento de la sociedad civil organizada para protestar contra un régimen que ya daba muestras de estar erosionado y a punto de su agotamiento.
En los escenarios de la sucesión presidencial para el 2006, la imagen emblemática de la Maestra como símbolo de ese régimen que se fue, surge como una de las figuras cruciales de las fuerzas que se disputan el poder. El regreso del PRI y la continuidad del proyecto foxista por otras vías, hacen de Elba Esther Gordillo la mujer más poderosa del país por su influencia y relación con los grupos concéntricos que giran alrededor de ella.
Siempre bajo los reflectores del glamour y el escándalo, la Maestra de origen humilde logró traspasar las barreras del anonimato y, consciente de que donde hay dinero hay dinastía, se labró su propia historia mediante una metamorfosis que la hizo intocable.
Esta investigación periodística pretende escudriñar en el origen, presente y futuro político de la que es considerada como la mujer más poderosa de México.
Una mujer con fama de dura e inflexible, a la que le fascinan los vestidos glamorosos y las joyas pero que ejerce el poder con puños de acero bajo un guante de seda. Es el retrato de la guía moral del sindicato más grande de América Latina y la que aspira a gobernar a más de cien millones de mexicanos.
EPÍLOGO
La encrucijada
El PRI se encuentra en un cruce de caminos. Tras su derrumbe, después de 71 años, de un régimen monopartidista y con la desaparición del presidencialismo omnipotente, Elba Esther Gordillo se convirtió en el factotum de poder. Es la priísta con más influencia por encima del presidente del partido y aunque sus críticos consideran a la Maestra como lo más opuesto al cambio, es ella quien aglutina a los grupos concéntricos y a las camarillas que quedaron en la orfandad política.
La Maestra es un símbolo que sintetiza al PRI. En ella se resumen los vicios y las virtudes –si se le pueden llamar así a los arreglos políticos con sus adversarios pero principalmente con el nuevo partido en el poder– de un sistema que se niega a morir y que sobrevive gracias a sus prácticas corporativas, del que Elba Ester Gordillo es su máxima exponente, pues desde su origen el tricolor renunció a convertirse en un partido de ciudadanos.
Mientras la sociedad y el país han evolucionado, el PRI sigue manteniendo sus rasgos autoritarios. El PRI es lo más alejado a un partido moderno y se mantiene activo como el más antiguo del mundo, incluido el Partido Comunista de la Unión Soviética que virtualmente desapareció con la caída de la cortina de hierro.
A lo largo de su historia el partido cambió de nombre, nació como el Partido Nacional Revolucionario para transformarse en el Partido de la Revolución Mexicana y mutar después en el Partido Revolucionario Institucional.
Gordillo nació en 1945, pertenece a la generación del PRI y es por antonomasia una de sus líderes institucionales. Y con el PRI ha ocurrido algo semejante a lo que ha pasado con la corrupción y la injusticia: llega un momento en el que casi nadie cree que éstas, realmente, puedan desaparecer. Ésa es la encrucijada del PRI. Más que renovarse o morir, el PRI está condenado a desaparecer y se debate en sus últimos estertores.
En el 2006, cuando el PRI cumpla como tal 60 años, la Maestra tendrá 61 años. Ocurrirá como el cuento “El dinosaurio” de Augusto Monterroso, el PRI podrá desaparecer y la Maestra seguirá allí.
El PRI dejó pasar su oportunidad histórica, renunció a convertirse en una institución democrática, sólo sus líderes permanecen en él hibernando mientras llegan las nuevas elecciones presidenciales que depararán su futuro inmediato, aunque no está del todo descartada la violencia para dirimir el control sobre los despojos de lo que fue un día el partido aplastante.
Las primeras señales de esa lucha se dieron con el magnicidio de Colosio como parte de los ajustes de cuentas entre los grupos en pugna. El regreso de Carlos Salinas de Gortari es como una premonición de los grupos que lucharán con todo para apoderarse de la dirección real del partido e imponer a uno de sus representantes por encima de la sociedad. Y la Maestra está identificada con esas fuerzas que sólo esperan una oportunidad para reconquistar el poder. No importa que para ello se valgan de las componendas con sus propios enemigos y grupos antagónicos.
Sólo una movilización de sus bases corporativas podría replantear el futuro del PRI, pero el control de los líderes sobre éstas, como es el caso de la Maestra en el SNTE, obstaculizan la lucha por la transformación del país.
Por desgracia, como llegó a plantear el periodista Manuel Buendía, el problema principal del país es de líderes, no de dólares. Vicente Fox renunció al liderazgo que una buena porción de mexicanos le confió y lo llevó al poder como el primer Presidente surgido de la oposición. Pero ante su incapacidad, Fox terminó por aliarse con la Maestra y a quien eligió como su interlocutora con el PRI.
Al concluir su mandato ese habrá sido su gran acierto o su gran error
La Maestra ha confesado, públicamente, que aspira a gobernar al país y ha establecido alianzas y exclusiones. No reniega de su origen priísta, pero se rebela como una antimadracista y pelea contra su propio partido. Se reconoce como una mujer de poder y, por lo tanto, ha llegado a amenazar y a descalificar políticamente a quienes se oponen a su proyecto personal, pero se olvida que ahora existe un Congreso independiente y una opinión pública que se oponen al regreso de un Estado autoritario y todo lo que ello represente.
Su principal reto no es el país, está en su gremio que reclama su democratización, y sólo desmontando su cacicazgo en el sindicato magisterial, aceptando la autocrítica y someterse a la rendición de cuentas podrían otorgarle un voto de confianza. Tales son requisitos indispensables para que su partido y ella como su candidata, en caso de resultar la abandera del priísmo, asuman el cauce de una verdadera institucionalidad democrática. Eso exigen los mexicanos, pero principalmente la organización sindical de la que ha hecho su bastión de poder y que ha sido cubierta de agravios, comenzando por el centenar y medio de profesores asesinados como parte de la guerra sucia que se extendió al magisterio durante el antiguo régimen, al que la Maestra sigue representando.
En su obsesión por el poder, lo peor que podría ocurrir a la Maestra es que asuma la política como un hobby, al no ver cristalizados sus sueños. Si su compromiso está en construir un país democrático, tiene la gran oportunidad de demostrarlo con su liderazgo en la Cámara de Diputados donde estará expuesta a los ojos de la opinión pública. Incurrir en un manejo discrecional podría representar el ocaso de su carrera política, de ahí que cuando más alto ha volado podría dolerle más su caída.
Otro escenario del PRI con miras a las elecciones presidenciales es el sacrificio tanto de la Maestra como de Madrazo para buscar un candidato de unidad, pero para ello habrá que encontrar un verdadero contrapeso al poder que representa Elba Esther Gordillo, la mujer más poderosa del país.
LECCIÓN EN LOS SÓTANOS
El asesinato de Misael
La historia del magisterio sindical se ha teñido con sangre desde sus inicios en la década de los cuarenta. La creación del SNTE, como la de otras importantes organizaciones gremiales, se dio en el contexto de los grupos corporativos que dieron la pauta a la transformación del Partido de la Revolución Mexicana en el Partido Revolucionario Institucional. En el fondo esa mutación no fue suficiente para acabar con los verdaderos cacicazgos en los sindicatos; en el caso de los maestros, sus líderes siempre han recompensado a los seguidores que manifiestan una fidelidad ciega, no ha ocurrido así con quienes han luchado desde la oposición para democratizar a ese gremio. Incluso para muchos, como la Maestra Elba Esther Gordillo –que en sus inicios fue una opositora al cacicazgo de Jonguitud–, ha sido difícil sustraerse a esa poderosa red de relaciones y compromisos personales. Para los caciques del magisterio el dinero ha sido la médula de su poder.
Muchos se han enriquecido vendiendo plazas, usufructuando contratos de construcción de escuelas, saqueando las arcas sindicales. Estos líderes siempre se mantienen informados por medio de sus propios espías que operan como agentes secretos, monitorean todas las actividades de los maestros a quienes tienen detectados y representan una amenaza para los llamados “líderes nacionales”.
Ese fue el caso del profesor Misael Núñez Acosta ultimado a balazos por un grupo de pistoleros al servicio de los caciques magisteriales, cuya muerte sigue impune.
Misael, injusticia y pobreza
Nieto de un zapatero remendón, hijo de un obrero que trabajó un tiempo en Estados Unidos como jornalero indocumentado, Misael Núñez Acosta nació el 1 de agosto de 1949 en uno de los caseríos del municipio de Tenango de Doria en la Huasteca Hidalguense, y creció en un medio hostil marcado por la pobreza y la injusticia. De religión protestante, desde joven se caracterizó por su rebeldía. A finales de la década de los sesenta, cuando estudiaba en la Escuela Normal Rural de El Mexe, en el municipio Francisco I. Madero, del Valle del Mezquital –inaugurada en 1923 en lo que fueron las tierras que ocupaba la añeja hacienda de El Mexe y construida sobre el canal de aguas negras con que se riegan las tierras áridas de la región– fue expulsado a la mitad de su carrera por denunciar los malos manejos de la dirección que lucraba con las becas y las raciones alimenticias. Por esa circunstancia a los 21 años de edad, en 1970, concluyó sus estudios en la Escuela Normal de Tenería donde también fue un destacado activista y en la que muchos años atrás había estudiado el profesor Carlos Jonguitud.
Desde que se graduó, Misael se ganaba la vida como un modesto profesor de primaria en la escuela conocida como De la Loma, en Tulpetlac, uno de los barrios pobres de Ecatepec, en el Estado de México.
Recién egresado se casó con la maestra Yolanda Rodríguez Luis a la que conoció en la Sierra Norte de Puebla, en el poblado de Tetelilla de Islas, y con la que procreó tres hijos Edson Misael, Héctor y Tania Angélica –al primero le puso así en honor del futbolista brasileño Edson Arantes Do Nascimento, mejor conocido como Pelé, pues en esos años el país vivía la fiebre del Campeonato Mundial de Fútbol (del que México fue sede) y en el recreo Misael gustaba echarse sus cascaritas con sus alumnos.
El profesor Misael tenía mucho carisma. Poseía un potente magnetismo de líder, los padres de familia le admiraban por su talento para enseñar a sus hijos, sus compañeros le tenían aprecio por sus detalles insólitos, como donar su salario íntegro para cooperar con los maestros y obreros cuando estallaba algún movimiento de huelga.
Fundó escuelas, impulsó la creación de organizaciones sociales, vecinales y sindicatos obreros. Trabajó en el pueblo de Cardenal, en el Estado de México, donde organizó a los obreros de los alrededores para la fundación de escuelas nocturnas. En ese lugar, dadas las condiciones de vida, participó también en un movimiento de colonos para demandar acciones contra la contaminación que producía una fábrica procesadora de huesos. En Tulpetlac encabezó la lucha de los colonos de La Purísima en contra de la empresa Coca Cola que pretendía apoderarse de unos terrenos destinados a una escuela, para instalar una embotelladora. Participó también en la fundación de la Coalición de Colonias de Tulpetlac y colaboró en la elaboración de los estatutos de aquella entidad y logró la introducción de agua potable en Loma de Tultepec, la construcción de escuelas en Texalpa y Tecuexcomac y diversas obras de bienestar colectivo, como alumbrado público y pavimentación.
Tenía temple y carácter para increpar a los caciques del magisterio. Ante las injusticias que giraban a su alrededor decidió estudiar la carrera de Derecho en la unidad Azcapotzalco de la Universidad Autónoma Metropolitana, pero no pudo concluirla porque la noche del 30 de enero de 1981, un grupo de sicarios lo asesinó. En honor a su memoria se levantó una estatua, en la escuela primaria federal Héroes de Churubusco, que a su muerte dirigía en el pueblo de Tulpetlac.
Trabajo clandestino
En la década de los sesenta cuando el país se convulsionaba por una ola de movimientos sociales, estudiantes y maestros representaban la vanguardia. La represión de 1968 sacudió las conciencias de toda una generación. La actitud del gobierno orilló a la clandestinidad a numerosos líderes y grupos políticos que se sumaron a la guerrilla. El profesor Misael Núñez Acosta no pudo sustraerse a esos movimientos cargados de una inagotable energía juvenil. El Che Guevara era un modelo a seguir por los jóvenes comprometidos con las luchas sociales. México era gobernado por camarillas políticas de priístas; los partidos de izquierda, como el PCM, estaban proscritos y actuaban clandestinamente. Todos aquellos que desafiaban al régimen confrontándolo con manifestaciones de protesta eran castigados bajo el delito de disolución social. Muchos líderes sociales fueron recluidos en las mazmorras del Palacio Negro de Lecumberri. Así se escribía una de las páginas negras del régimen priísta.
Frente a un gobierno autoritario, algunos grupos se radicalizaron. Profesores del medio rural optaron por la guerrilla. Genaro Vázquez, egresado de la Escuela Nacional de Maestros en 1963 y Lucio Cabañas que estudió en la Escuela Normal Rural de El Mexe, de la que egresó en 1966 (el primero asesinado el 2 de febrero de 1972; el segundo el 2 de diciembre de 1974) fundaron el Partido de los Pobres y combatieron –en una lucha desigual- al Estado, al que calificaban de burgués y reaccionario. Entre 1971 y 1980 “desaparecieron” más de 600 personas, la mayoría de ellos jóvenes izquierdistas. Los cuerpos policiacos encargados de resguardar el “orden” hacían su trabajo rutinario mediante prácticas de tortura, asesinatos y “desapariciones”.
Ante las presiones de organismos internacionales defensores de los derechos humanos, el gobierno del presidente José López Portillo no tuvo más opción que abrir un mayor espacio a las libertades políticas, decretó una ley de amnistía para liberar a los presos políticos, pero negó cualquier responsabilidad del Estado en la desaparición de centenares de opositores al régimen priísta. Sólo un poco antes de concluir su mandato desmanteló la temible Brigada Blanca, el grupo paramilitar que se encargaba de exterminar a los grupos guerrilleros, incluso se encargó de detener y torturar durante varios meses a los familiares de los maestros Genaro Vázquez y Lucio Cabañas en el campo Militar Número 1 de la ciudad de México.
El profesor Misael asimiló estas experiencias, emprendió la lucha por la democratización del magisterio durante el cacicazgo de Carlos Jonguitud y confrontó a los líderes intermedios como la maestra Elba Esther Gordillo que habían traicionado a las bases al alinearse a la dirección nacional del SNTE.
Lucha sindical
A mediados de los setenta se inició un periodo de movilizaciones intensas del magisterio por todo el país, el profesor Misael Núñez Acosta pertenecía al Comité de Lucha de los Maestros del Valle de México, una de las secciones más combativas contra el cacicazgo de los trabajadores de la educación.
Durante el largo periodo de Jonguitud y sus caciques regionales, el SNTE –escribió Carlos Monsiváis– era un sindicato represivo y férreamente burocratizado, que se había convertido en una fortaleza despótica, en un emporio de obstinaciones y caprichos personales atenido a una autonomía feudal. Sus “líderes” habían asaltado el poder entre desplegados y armas de fuego (unas más persuasivas que otros), “Grupos minoritarios siguiendo consignas mezquinas, intentan desestabilizar la política educativa del señor presidente”, rezaba uno de los documentos emblemáticos del movimiento.
En junio de 1979 después de que 12 mil maestros de Chiapas –lugar de origen de la maestra Elba Esther Gordillo- se declararon en huelga y fueron agredidos con violencia extrema empezaron a sumarse profesores de otras entidades para formar la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).
Mientras decenas de miles de maestros salían a las calles para exigir la democratización de su gremio y demandar mejores condiciones de trabajo, la profesora Gordillo fue designada diputada federal por ciudad Nezahualcóyotl y dio paso a su cacicazgo regional en el Valle de México al imponer en 1980 como su sucesor en la Sección 36 a su chofer Leonardo González Valera, luego en 1983 a su secretario de Finanzas, Dionisio Moreno Cortés, y después, en 1986, al coordinador de inspectores, Jesús Ixta Serna. No importaba la opinión de miles de trabajadores de la educación, ni el respeto a los estatutos para elegir a sus representantes sindicales. Bastaba la decisión de un solo cacique para ungir a los líderes regionales, como también era suficiente el voto del Presidente de la República en turno para imponer al líder nacional del magisterio.
En la Sección 36 la lucha por la democratización fue una pelea a muerte. Luchar por esa causa le costó la vida al profesor Misael Núñez Acosta, pero la cuota de sangre que pagaron los maestros de la Coordinadora hasta lograr el reconocimiento de la CNTE en 1989 fue de más de 150 maestros asesinados. Aún así después continuó la represión para tratar de desmembrar ese movimiento disidente.
El crimen del profesor Misael se cometió durante la gestión (1980-1983) de Ramón Martínez Martín, impuesto como secretario general del SNTE por Carlos Jonguitud. Y fue el secretario particular de Martínez Martín, Clemente Villegas Villegas quien presuntamente contrató a los sicarios para cometer el asesinato.
El “trabajito” sucio
La víspera del asesinato del profesor Misael, ocurrida cuando caía la noche del 30 de enero de 1981, los maestros del Valle de México se habían sumado a una marcha nacional en la ciudad de México. Días antes del crimen el líder de la Sección 36 Leonardo González Valera –impuesto como su sucesor en ese cargo por Elba Esther Gordillo- visitó a los maestros de Ecatepec rodeado de un numeroso grupo de “guardespaldas” para evitar un plantón que se iba a llevar a cabo el 2 de febrero para protestar ante la Secretaría de Educación Pública. Ahí mismo una asamblea desconoció a González Valera como su representante.
Las demandas de los maestros de la Coordinadora eran: aumento salarial de 50%, descongelamiento de los porcentajes asignados a las zonas de vida cara, reducción de impuestos y descuentos en las cuotas sindicales, base para los profesores interinos, apertura de tiendas y guarderías. Esas peticiones eran por lo que luchaba el profesor Misael. De ello daba cuenta la tarde del 30 de enero en una asamblea de maestros y padres de familia en la escuela Héroes de Churubusco, a la que se había convocado a las 16:30 horas.
La reunión se prolongó y empezaba a oscurecer cuando por las calles de terracería de Tulpetlac, los pistoleros Rufino Vences Peña, Joel Vences Hernández y Jorge Mejía Pizaña habían llegado a bordo de un automóvil robado marca Chrysler Le Baron color azul que estacionaron con los faros encendidos. Cuando salieron los maestros pusieron la luz alta enfrente de la escuela donde se efectuaba la asamblea. Armados con pistolas calibre 38 y una Colt 45, los sicarios habían sido contratados por 300 mil pesos para realizar ese “trabajito”.
En principio para los padres de familia presentes en la reunión pasó desapercibida la llegada de los “extraños”. Pero al salir de la junta fueron agredidos los profesores Misael Núñez Acosta y Darío Ayala, así como el obrero Isidro Dorantes –padre de uno de los alumnos.
El maestro Misael y el obrero Isidro Dorantes cayeron heridos de muerte, solamente los médicos lograron salvar al profesor Darío Ayala quien recibió un disparo en la pierna derecha.
De los hechos tomaron nota las autoridades ministeriales en la averiguación previa TL/SC/2054/981 de la Procuraduría General de Justicia del Estado de México, la que dio paso a otra investigación contenida en la averiguación previa TL/SC/3251/981 en la que Rufino Vences Peña, uno de los asesinos materiales detenidos declara que:
“Clemente Villegas Villegas, quien nos manifestó que prestaba sus servicios en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, nos indicó que había unas personas que calmar, ya que se encontraban agitando, realizando paros, mítines y marchas a Palacio Nacional, aceptando los de a voz calmar a estas personas que agitaban, quedando de verse en un restaurante Burger Boy de Nezahualcóyotl donde los declarantes recibieron la cantidad de 60 mil pesos y la media filiación de Núñez Acosta y la dirección donde debería hacerse el trabajo.
“Fui a mi casa de inmediato por mi tío Joel Vences Hernández y mi amigo Jorge Mejía Pizaña. Les hablé del trabajo y los convencí de que me acompañaran dándoles 15 mil pesos. Clemente se comprometió a complementar 300 mil pesos por el trabajo que íbamos a hacer.
“Nos trasladamos a Tulpetlac, a donde llegamos como a las 18 horas. Estacionamos el carro cerca de la escuela primaria que se encuentra en la Loma, y cuando me bajé para asomarme a la escuela identifiqué de inmediato a Misael.
“Regresé al auto que habíamos robado la noche anterior en Nezahualcóyotl, haciéndonos pasar por policías cuando encontramos ebrio al dueño de ese coche. Mi tío en el auto ya tenía la pistola Colt calibre .45 cargada y abastecida con un cartucho en la recámara.
“Adentro del auto –de la marca Chrysler modelo Le Baron- Jorge Mejía también tenía su arma y nos quedamos fumando a esperarlos salir”.
Los periodistas Enrique Garay (quien también fue secuestrado y golpeado por pistoleros del SNTE) y Mario García Sordo fueron comisionados por el periódico unomásuno para reportear la agresión contra el profesor Misael. Entrevistaron al maestro Darío Ayala que narró algunos pormenores del atentado:
“Al concluir la reunión a las 19:30 horas, la asamblea acordó que los padres de familia cuidaran el plantel durante las marchas y movilizaciones, para evitar que fuera a ser tomado por los “charros”.
“Luego Misael y los padres de familia se quedaron a firmar las actas y hojas de asistencia.
“Yo estaba con los maestros Daniel Campos, Paulino Hernández y las profesoras María Esther y Eudosia Arenales, cuando Misael despidió a los padres de familia y llegó con nosotros a tomarse una taza de café.
“Ya en esa charla con nosotros, comentó que el gobernador de Guerrero estaba reprimiendo a los maestros golpeándolos y sacándalos de las escuelas.
“Salimos todos juntos, al tiempo que Misael recogía de sus oficinas unos sellos de goma con la clave de la escuela y de los cursos que daba a los obreros de las fábricas de Xalostoc.
“Ya en la calle, yo le pedí un aventón y nos fuimos caminando con Daniel Campos por la calle Chihuahua que baja de la Loma para ir al sitio en que había dejado estacionado su coche, frente al taller mecánico donde conocían a Misael y se lo cuidaban”.
En su declaración ante el ministerio público, Joel Vences recuerda que su sobrino Rufino le dijo: “Esos son”.
El maestro Darío Ayala, le comentó a los periodistas, que “cuando íbamos caminando yo sentí los faros de un coche atrás, pero en ningún momento pensamos en alguna agresión, sino hasta que estuvimos cerca del coche”.
Se oyeron las descargas.
Los disparos se efectuaron a menos de un metro de distancia, según la prueba Walker practicada por el perito René López. Fueron escasos dos segundos para que los proyectiles de las armas de fuego, con un núcleo de plomo antimonado y camisa de cobre engargolada en su base, penetraran el cuerpo de Núñez Acosta.
“Cuando sentí la descarga –dice el maestro Darío Ayala– no pensé que me estuvieran acribillando, porque las balas se oían muy despacio. Yo sentí como una quemada atrás. Cuando yo regresé la mirada, ya el carro estaba doblando la esquina; le vi la cola y lo identifiqué como Le Barón. Misael se quiso levantar y gritar, pero ya no gritó. Como agonizando quiso decir algo, pero ya no pudo; se volvió a doblar. Pienso yo que ha de haber vivido dos o tres minutos”. Dos días después del artero crimen, de Tulpetlac salió una marcha fúnebre rumbo a la Escuela Normal Superior con los restos del profesor Misael Núñez Acosta. Su féretro fue cubierto con una manta roja que llevaba las siglas de la Coordinadora. Después una caravana de automóviles precedida de una carroza negra partió rumbo a Ixmiquilpan para sepultarlo, entre consignas y miles de puños en alto.
Tratante de asesinos, amigo de Elba
El profesor Clemente Villegas Villegas, dirigente de un grupo de porros denominado Estudiantes Unidos por la Dignificación de la Escuela Normal Superior de México, que contrató a los asesinos a sueldo fungía como secretario particular del secretario general del SNTE, Ramón Martínez Martín, amigo y confidente de la maestra Elba Esther Gordillo y protegido de Carlos Jonguitud. Cualquier decisión tenía que ser consultada con el “líder vitalicio” de Vanguardia Revolucionaria. En el organigrama del Comité Ejecutivo que encabezaba Martínez Martín, la maestra Gordillo ocupaba el puesto número 2 de un total de 26 dirigentes, pues entonces encabezaba la cartera de la Secretaría de Trabajo y Conflictos de Pre-primarias.
Villegas, nacido el 15 de abril de 1949, en Calnali, Hidalgo, cursó sus estudios en la Escuela Normal Rural Luis Villarreal, de El Mexe, donde también había estudiado el profesor Misael; presentó su examen profesional el 14 de agosto de 1973 mediante ficha escalafonaria de trabajo y obtuvo la clave E-02-81/29569. Trabajó en la escuela Melchor Ocampo de la colonia Loma Bonita, Nezahualcóyotl, donde vivían los familiares de Rufino Vences, uno de los asesinos de Núñez Acosta. Clemente Villegas, desde sus tiempos de estudiante, era conocido como uno de los “cuchilleros”. Así le decían los maestros del Mexe a los alumnos que siempre cargaban un arma blanca bajo la ropa.
En su declaración ministerial Rufino Vences Peña hizo saber que “existe la casualidad de que lo conocí por medio de mi hermana Carmela, quien vive en Nezahualcóyotl, ya que su esposo Guadalupe Alonso, es amigo de Clemente Villegas, y los dos son originarios de Calnali. Villegas, junto con veinte muchachos de la misma generación de la Normal de El Mexe, estudiaban en el mismo internado, y desde entonces formaban un grupito que se reunía los domingos en casa de mi hermana”.
El sicario tenía relación directa con el magisterio, pues estudió dos años en la Escuela Normal de Santa Ana Zicatecoyan, Estado de México. En su comparecencia ante el ministerio público declaró: “Impartí clases en tres escuelas rurales, cubriendo interinatos de algunos profesores en Rincón Grande, Pie del Cerro y 50 Arrobas, en el Estado de México”. La carrera delictiva de Rufino Vences incluía procesos judiciales en varios estados del país –Estado de México, San Luis Potosí, Michoacán y Morelos–. Fue acusado de asesinar a cinco personas, entre ellas el profesor Núñez Acosta. Otro nexo de Rufino Vences con el magisterio era su tío Antonio Vences Hernández –quien según dijo Rufino en su declaración–, “está en la disidencia y tengo entendido que realizó movimientos de protesta junto con la Coordinadora del Valle de México y es un activo participante de diferentes actos realizados en la Normal Superior”.
Dos meses y medio antes de ser asesinado el profesor Misael había recibido advertencias muy claras de que “algo” le podía ocurrir. El mensaje de una forma muy burda se le hizo llegar. En un comunicado publicado el 14 de noviembre de 1980 Leonardo González Valera –a quien la Maestra Elba Esther Gordillo impuso como su sucesor en la dirección de la Sección 36 del SNTE– le envió el siguiente mensaje: “Las escuelas que no están trabajando y que corresponden fundamentalmente a la zona escolar del municipio de Ecatepec, fueron tomadas por la fuerza. En esta acción se ha engañado a los padres de familia y se les ha lanzado a un enfrentamiento de peligrosas e imprevisibles consecuencias, por lo que hacemos responsables públicamente a los CC profesores: Misael Núñez Acosta, Sergio Montaño, Pedro Pérez Terán, Teodoro Palomino, Juan José Altamirano, Apolinar Domínguez, Mauro Pineda Núñez y Ramón Couoh, entre otros”.
Líneas más adelante se sentenciaba: “La Sección 36 del SNTE ha mantenido la serenidad y la cordura sin dar respuesta a la provocación y al insulto a estos grupos de agitación. Esto no es un signo de debilidad; sin embargo, estamos decididos a colocar en su sitio a quienes no entienden ningún lenguaje y sólo obedecen consignas en forma dogmática”.
Asesinato por conjura
En el mes de julio, cuando el caso Misael estaba en manos de la policía para deslindar responsabilidades sobre los autores materiales del crimen, el dirigente nacional del SNTE Ramón Martínez Martín convocó sorpresivamente a un Congreso Nacional y Popular de la Educación donde trató de lavarse las manos ante un pleno de mil delegados provenientes de todo el país. El discurso central estuvo orientado a demandar (que) “la investigación correspondiente y se lleve hasta sus últimas consecuencias y se aplique todo el peso de la ley a los culpables del crimen”.
El líder magisterial calificó como una conjura el asesinato de Misael y buscó inútilmente salirse por la tangente al señalar que:
“Se busca generar un conflicto que puede empañar acciones trascendentes del gobierno de México, como el próximo informe a la nación del presidente José López Portillo y la reunión cumbre Norte-Sur de 22 estadistas que se celebrará en Cancún, en octubre, y que es producto del esfuerzo del jefe del Ejecutivo mexicano por encontrar un nuevo orden internacional más justo, mediante el diálogo entre naciones ricas y pobres”.
Sin embargo, las movilizaciones de los maestros de Ecatepec fueron determinantes para la aprehensión de los asesinos materiales de Núñez Acosta, los que se encontraban escondidos en San Luis Potosí. La sentencia que recibieron fue de 30 años de prisión. Inicialmente los sentenciados fueron internados en el Penal de Barrientos, ubicado en el municipio de Tlalnepantla, donde estuvieron alrededor de seis meses. Durante su estancia en esa prisión Rufino Vences Peña, Joel Vences Hernández y Jorge Mejía Pizaña amenazaron ante los periodistas a los principales dirigentes del SNTE, Carlos Jonguitud, Ramón Martínez Martín, Elba Esther Gordillo y Leonardo González Valera: “si no nos liberan de inmediato vamos a revelar los nombres de los autores intelectuales del asesinato de Núñez Acosta”.
Ante la amenaza de los inculpados, de la noche a la mañana éstos fueron trasladados a la cárcel de la Perla, en Nezahualcóyotl, por influencia del líder magisterial de la Sección 36 del Valle de México, Leonardo González Valera, ex chofer de la maestra Gordillo y al que impuso en ese cargo como su sucesor. A los pocos meses los asesinos de Misael se fugaron sin el mayor obstáculo, bajo la sospecha de haber contado con la complicidad de las autoridades del penal. Lo mismo pasó con Clemente Villegas Villegas, encargado de contratar a los pistoleros, pues pisó temporalmente la cárcel y se fugó con sus cómplices.
Lección desde el sótano
Manuel Becerra Acosta, el director fundador del periódico unomásuno cuando hablaba del historiador Héctor Aguilar Camín, siempre se refería al “exégeta”. Lo hacía con el ánimo de reconocerlo como el mejor intérprete de la política mexicana. Y fue Aguilar Camín quien escribió el 31 de julio de 1981 un texto demoledor sobre el asesinato de Misael Núñez Acosta, al que tituló “Lección en los sótanos”.
El historiador quintanarroense nacido en 1946, autor de Después del milagro. Un ensayo sobre la transición mexicana, escribió en su artículo sobre Misael que:
“...Si la política es el arte de la guerra por otros medios, el crimen político es casi siempre el reconocimiento de que esos otros medios fueron insuficientes.
“La muerte de Misael Núñez Acosta es, entre otras muchas cosas, el síntoma claro de una desesperación política, el reconocimiento de que aquellos otros medios se habían agotado para contener la insurgencia magisterial en el Valle de México. La zona geográfica del conflicto no es casual. La disidencia magisterial se ha nutrido ahí de su propio vigor y su acelerada politización interna, pero también de las debilidades crecientes de la dirigencia del SNTE. En efecto, su sección 36, que corresponde al Valle de México, encarna dos de los vicios progresivos del gran cacicazgo directivo de Vanguardia Revolucionaria: primero, la fuerte carga personalista que deposita puestos sindicales de importancia en ayudantes y sirvientes del líder; segundo, la concepción del poder como una entidad monolítica regida por la teoría del dominó, la idea de que quien cede una pieza acaba cediendo todo el tablero.
“La ineptitud de esos lideratos heredados a incondicionales de tercera y la intolerancia a toda apertura que signifique entregar puestos sindicales a las nuevas tendencias, son causas tan eficientes en la erosión del cacicazgo como la intensidad de la movilización disidente. La sección 36 conoce ambas realidades y en abundancia; su actual secretario Leonardo González Valera, es el que fue chofer de su lideresa previa, Elba Esther Gordillo, quien a su vez tuvo como mérito clave para el puesto su intimidad amistosa con el presidente vitalicio de Vanguardia Revolucionaria, Carlos Jonguitud Barrios...
“...Son las duras reglas de la política en los sótanos, donde todo termina siendo complicidad y secreto, la eterna tentación (¿necesidad?) de gobernar escondiendo la mano... y los muertos”.
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Jaque a la reina
Fue el propio Jonguitud quien 21 años después, se encargó de destapar la cloaca del expediente criminal del caso Misael, en una entrevista con el periódico La Jornada en agosto de 2002. Acabado y enfermo de un mal autoinmune degenerativo (miastenia gravis) que provoca cansancio muscular y ataca los músculos respiratorios, lo cual pone en riesgo la vida del paciente, el otrora poderoso líder vitalicio del magisterio lanzó una acusación contra Elba Esther Gordillo, al denunciar que: “Misael Núñez Acosta murió a manos de uno de los grupos de control de la maestra”.
Las declaraciones de Jonguitud provocaron un escándalo político que puso en jaque a la Maestra, a la que él formó como continuadora de su obra, cuando ya había alcanzado el pedestal de la política y todo mundo la veía como una estatua a la que había que rendirle pleitesía.
A propósito del asesinato de Misael, en esa entrevista Jonguitud le dijo a los reporteros Rosa Elvira Vargas y Jenaro Villamil: “Creo que en la lucha Elba es capaz de muchas cosas. Yo digo que si esta entrevista la estuviera oyendo o viendo, ustedes o yo tendríamos que pagar el pato; no los quiero espantar, pero así es”.
Para deslindar responsabilidades con base en las imputaciones de Jonguitud sobre el asesinato de Misael, representantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación presentaron una denuncia formal ante la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado, organismo dependiente de la Procuraduría General de la República a cargo del licenciado Ignacio Carrillo Prieto.
Para el efecto, la autoridad ministerial abrió la averiguación previa PGR/FEMOSPP/026/2002, cuya denuncia fue presentada y ratificada por los profesores José González Figueroa, Juan José Altamirano Gómez, Germán Aguilar Olvera, Teodoro Palomino y Ramón Couoh Cutz en la que señalan como presuntos responsables del crimen de Misael Núñez Acosta a Carlos Jonguitud Barrios, Elba Esther Gordillo Morales, Clemente Villegas Villegas y Ramón Martínez Martín.
En la denuncia se establece que el 13 de noviembre de 1980, durante un mitin en la explanada de la presidencia municipal de Tlalnepantla, encabezado por Leonardo González Valera y al que asistió Elba Esther Gordillo, la Maestra lanzó amenazas contra los profesores Misael Núñez Acosta, Teodoro Palomino, Germán Aguilar y Juan José Altamirano, entre otros disidentes, a los que se refirió en los siguientes términos: “Los pararemos cueste lo que cueste, a costa de lo que sea, con toda la fuerza del sindicato”.
El contexto de tales señalamientos, según consta en las declaraciones ministeriales, el mitin organizado por los dirigentes de la Sección 36 del SNTE, tenía como propósito contrarrestar el Congreso de Masas del Comité Central de Lucha del Valle de México, al que se había convocado para ese mismo 13 de noviembre de 1980 en Ciudad Universitaria donde habría de elegirse un comité democrático seccional.
También se hace saber a la autoridad que “en la segunda mitad del mes de diciembre de 1980 apareció en un diario de circulación regional, denominado El Sol del Valle, una nota periodística en la que se acusa a Misael Núñez Acosta y a Sergio Montaño de impartir entrenamiento guerrillero a deshoras en las instalaciones de la escuela de Tulpetlac, Ecatepec, Estado de México”. El objetivo de tal acusación era inducir la represión por parte de los cuerpos paramilitares contra los maestros disidentes.
En la denuncia ministerial de la Fiscalía Especial se pone énfasis en que el movimiento magisterial por parte de decenas de miles de profesores de la Coordinadora, motivó a los líderes del SNTE a comenzar una guerra sucia –que se inició con el asesinato de Misael– para tratar de desarticular la organización de los disidentes.
A esa investigación de la Fiscalía se sumó otra denuncia presentada en otra averiguación previa PGR/FEMOSPP/037/2002, con fecha 4 de octubre de 2002, en la que se asienta una declaración formulada por el profesor Alfonso Daniel Uribe Ríos, en su calidad de secretario de Asuntos Jurídicos de la Sección XXII del estado de Oaxaca del SNTE, en la que se señala como indiciados a Carlos Jonguitud Barrios, Elba Esther Gordillo y Ramón Martínez Martín, por la preparación y consumación que culminaron con la privación de la vida de Cenobio Fito López Reyes, Enrique Andrés Velasco, Concepción Ríos Casimiro y Honorio Sabino García López.
El fiscal especial Ignacio Carrillo Prieto ordenó la comparecencia de los indiciados, fue Gordillo la primera en presentarse, luego de que en sus oficinas del PRI se le notificó mediante un citatorio el 21 de noviembre de 2002.
Al profesor Jonguitud se le localizó hasta enero de 2003 en su residencia del Pedregal, en la calle de Lava 242. El personal de seguridad se negaba a recibir el citatorio del fiscal especial, por lo que la hija del otrora poderoso jerarca sindical, María del Carmen Jonguitud, se acreditó como familiar autorizada para recibir oficios, citatorios y todo tipo de requerimientos.
El 27 de noviembre de 2002 acudió puntual a la cita con el fiscal especial. La maestra llegó enfadada y en tono prepotente alegando estar molesta porque a última hora se había cambiado la sede para su comparecencia. Mientras la autoridad le leía los cargos en su contra, la compareciente comenzó a temblar, “aquí hace frío” alcanzó a balbucear, uno de sus asistentes le cubrió la espalda, pero la maestra seguía tiritando de tal manera que los gestos del rostro le endurecían aún más sus facciones. Por un momento perdió el aplomo mostrado al inicio de su comparecencia y después de alegar inocencia decidió acogerse al artículo 20 constitucional para no responder ninguna de las 53 preguntas que le hizo la Fiscalía Especial sobre su presunta responsabilidad intelectual en el crimen que tuvo como víctima al profesor Misael Núñez Acosta.
En sus respuestas a los periodistas que la asediaban la maestra aseguró que ella era “doblemente inocente” y que los miembros de la Coordinadora le habían tendido una trampa para afectarla políticamente.
Ante el fiscal la maestra exigió esclarecer el crimen de Misael y que se limpiara su nombre, hecho por el que fue muy criticada, pues como señaló más tarde ese mismo día en un encuentro con la prensa ya bastaba ser “víctima como ciudadana”, porque no se vale “en mi condición de mujer se me trate de esa manera”.
La Maestra contrató para su defensa al abogado Marcos Castillejos, el mismo que defendió al comediante Mario Bezares, uno de los inculpados en el asesinato del conductor de televisión Francisco Stanley.
El abogado Castillejos asegura que las acusaciones contra su clienta “carecen de sustento jurídico, pues están basadas en ‘dichos y oídas’ y hechos que no les constan, por lo que amenazó con presentar denuncias en contra de los integrantes de la Coordinadora”.
No obstante que la maestra depositó toda su confianza en su abogado, éste decidió interponer un amparo ante el Sexto Juzgado de Distrito, donde fue radicado y en el que se efectuó una audiencia constitucional dos días antes de que concluyera el año 2002. Para demostrar que se habían hecho acusaciones subjetivas, sin sustento jurídico, el litigante expuso que las pruebas presentadas por la defensa, consistían en el interrogatorio a los denunciantes. “Tan esa sí que la Fiscalía ya dio oficio; después de que presentamos el juicio de amparo, ordenó la ampliación de declaración a tres de los demandantes, les preguntó si tenían pruebas y ellos dijeron que no”.
Sin embargo, la audiencia programada para el 29 de enero de 2003 ante el juzgado Sexto B de Distrito en Materia de Amparo se suspendió porque el ministerio público de la Fiscalía para Movimientos Políticos y Sociales del Pasado de la Procuraduría General de la República no entregó la documentación completa que requería el juez de amparo Alejandro de Jesús Baltazar Robles.
Fue hasta el 28 de febrero de 2003 cuando el juez Baltazar Robles decidió amparar a la maestra, bajo el argumento de que la postura de la PGR, del ministerio público de la Fiscalía no había respetado sus derechos de defensa como presunta responsable en una averiguación previa, por lo que el juez consideró que conceder el amparo no entorpecía las investigaciones que realiza la Fiscalía por la muerte o desaparición de 150 maestros de diversas entidades, entre ellas la del profesor Misael Núñez Acosta.
Elba Esther Gordillo recibió el mejor regaló en muchos años, cuando el 14 de mayo de 2003, el subprocurador Gilberto Higuera Bernal, titular de la oficina de Procedimientos Penales “A” de la PGR determinó “que ni Gordillo ni los coacusados son responsables del presunto homicidio”, por lo que con base en el resultado de la investigación “las autoridades judiciales no encontraron ningún elemento para suponer responsabilidad en los cargos imputados y que por ello no se ejercerá acción penal”.
Ante la incredulidad de los líderes disidentes del magisterio, la PGR a través el agente del Ministerio Público, Jaime Rafael Alcántara García tuvo que ratificar el 18 de julio de 2003 que no había elementos para proceder contra la Maestra, por el homicidio del profesor Misael ni por la desaparición de más de 150 maestros disidentes de diversas entidades del país, principalmente de los estados de Michoacán, Estado de México, Oaxaca y Guerrero.
En la exoneración no podía faltar el coro de los principales dirigentes del PRI, Roberto Madrazo Pintado, Miguel Ángel Yunes, Carlos Jiménez Macías, Sami David David y María de los Ángeles Moreno, quienes al unísono lamentaron “un asesinato que sucedió hace muchos años que ahora se politiza para descalificar a nuestra amiga, nuestra dirigente”.
En su descargo Gordillo recurrió a su defensa en un artículo publicado en El Universal al que tituló “Mi posición” y en el que entre otras cosas escribió:
“...Lo que expresé ante a fiscalía es lo que siempre he sostenido y probado: soy inocente. Basta hacer una revisión de todo lo acontecido desde hace 21 años, cuando el profesor Misael Núñez Acosta fue asesinado, para corroborar que en ningún momento fui objeto de imputación alguna. Es más, desde ese momento, y hoy lo ratifico, soy la más interesada en que este asunto quede definitivamente resuelto.
“Sé que los motivos que llevaron a la Coordinadora a calumniarme e incurrir en el exceso de pretender utilizar a la ley como pretexto para hacerlo son su inconsistencia y fracaso político.
“Es muy fácil acusar y calumniar. Tengo familia, hijos, nietos y es mi deber despejar, por ellos, el nombre que les he heredado, cualquier duda.
“Yo también fui disidente; esa ha sido la característica más importante de mi vida pública. Fui disidente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y por eso luché para llegar a dirigirlo; para cambiar lo que había que cambiar y para defender lo que teníamos que defender.
“Inconforme con el papel que estaba destinado para las mujeres, a las que se nos permitía poco, desde todos los espacios que he ocupado impulsé la construcción de una nueva cultura de género que superara la misoginia y el linchamiento con que se nos trataba. Estoy convencida que en esta materia hay muchas cosas por cambiar y muchas también que defender.
“Ejercí mi derecho a disentir en el Senado y cuando tuve oportunidad de rendir homenaje al gran chiapaneco Belisario Domínguez tomé el riesgo que tuve que pagar, para señalar aquello que había que cambiar y lo que teníamos que defender, en un país que no estaba dispuesto a seguir soportando la abyección y el servilismo como las formas privilegiadas del poder.
“Luché por ser secretaria general del PRI, para impulsar el proyecto político que merece el partido en el que milito; un proyecto que lo acerque a sus militantes y recupere las causas sociales.
“...Mis adversarios están perdiendo terreno y por ello han arreciado las calumnias. Las acusaciones que contra mí hacen tienen que ver más con el presente que con el pasado; tienen más que ver con la disputa del mañana que con aquello que sucedió ayer. Quienes se oponen a la transición ven amenazada su supervivencia y quisieran impedir el avance de México.
“...Finalmente, quisiera comentar una cuestión muy puntual sobre el desarrollo de mi comparecencia. Efectivamente la Fiscalía me hizo 53 preguntas que no contesté porque yo nunca he cometido delito alguno y en las denuncias que se me presentaron queda claro que se trata de apreciaciones subjetivas que no se encuentran apoyadas en ningún elemento de prueba, y que no hay ninguna imputación concreta en mi contra. Tan es así, que exigimos en repetidas ocasiones al Fiscal que me precisara los hechos concretos que se me imputaban, algo que nunca hizo; se concretó a leer las denuncias. Además, muchas de las preguntas no tienen relación alguna con el caso, versan sobre mi trayectoria política, la cual es pública”.
Culpable de traición
Indignados con la absolución de la Maestra, los profesores disidentes del magisterio fueron lacónicos en su juicio: los asesinos todavía están entre nosotros. Sería inaceptable una ley del talión, no se trata de eliminarlos, sino de castigarlos como se merecen, si no física, sí moralmente.
El único proceso que ha enjuiciado a la Maestra, fue un Tribunal Popular que la declaró “culpable de traición, enriquecimiento ilícito y represión”.
Fue un proceso judicial simbólico organizado por miles de maestros que el 12 de octubre de 2002 convocaron a un Tribunal integrado por representantes de diversos sectores, entre abogados, líderes sociales y periodistas que presentaron una serie de acusaciones, como el asesinato de 157 profesores disidentes como parte de una guerra sucia contra el magisterio, promover políticas contrarias a la educación pública y tener complicidad con el gobierno de Vicente Fox, “para aplicar políticas que traicionan a la nación”.
La Maestra fue enjuiciada en la plaza pública, en un acto realizado en la explanada del Monumento a la Revolución donde después de condenarla en ausencia, una turba de profesores ahorcó una muñeca con su efigie para después prenderle fuego.
El fiscal de este Tribunal simbólico fue el doctor Enrique González Ruiz, ex rector de la Universidad Autónoma de Guerrero; Enrique Guzmán Ochoa estuvo en el papel de defensor de oficio; los testigos de cargo fueron Juan Pérez, líder de la disidencia magisterial de Michoacán; Fortino Vázquez, dirigente magisterial de Chiapas; Alejandro Leal, secretario general del magisterio en Oaxaca y Sócrates Pérez, representante de la Sección 36 del Valle de México.
El jurado popular estuvo integrado por la representante del Comité 68-98, Ignacia Rodríguez; José Narro Céspedes, de la Coordinadora Nacional Plan de Ayala; Jaime Lagunes, del Frente Cívico Pro Defensa del Casino de la Selva; Ignacio del Valle, de los ejidatarios de San Salvador Atenco; Rubén Sarabia Sánchez, representante de la Unión Popular de Vendedores Ambulantes; Enrique Hernández, representante del Frente Popular Francisco Villa y el periodista Denis Pres.
*Extracto del libro de José Martínez M.: La Maestra. Vida y hechos de Elba Esther Gordillo.