Publico estas notas en nombre de Conny Arias que ha experimentado dificultades para publicar.
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Nuevas Jornadas internaZionales por Oaxaca
(APPO, EZLN-La otra, FPDT ...)
22 de diciembre
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Alemania
Berlín
Acción frente a la embajada de México, en Berlín.
Datum: 22.12.06
Ort: Berlin - Klingelhöferstraß e 3 (mexikanische Botschaft)
Uhrzeit: 14:30
http://www.zeztaint ernazional. org/esp/moviliza ciones/atenco/ 527.html
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Alemania
Bremen
Manifestación por Oaxaca en Bremen
Bremen, 22.12, 16.00 Uhr
Goetheplatz: Kundgebung zur Lage in Oaxaca/ Mexiko
OAXACA VIVE, LA LUCHA SIGUE!
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Me traje esta parte de un post de Víctor de EL SENDERO DEL PEJE AL 2006 y me permití agregar un comentario al final:
"...
5. Denunciar por los medios a los “empresarios” que sepamos que no pagan impuestos, no pagan a los empleados o comenten delitosHay muchos “trabajos” en los cuales no se les paga realmente a los “empleados”, aunque ellos creen que sí (AVON). Ellos sólo reciben la comisión por venta pero nunca un salario, con lo cual, estos tranzas NO PAGAN IMPUESTOS, NI SALARIOS, NI ASEGURAN A QUIEN REALMENTE TRABAJA, NI LOS TRABAJADORES TENDRÁN NUNCA JAMÁS NINGÚN DERECHO NI NINGUNA PRESTACIÓN.Se trata de abrirles los ojos a quienes aún creen que FELIPIN es la opción. Otra cosa, revisemos las propuestas de Felipín y exijamos todas y cada una de esas promesas: Guardería, bajar la gasolina y la luz; TARJETA DE MIGRANTES PARA NO PAGAR COMISIONES CUANDO SE ENVÍE DINERO DESDE EL EXTRANJERO, PAGO DEL SEGURO EN EL PRIMER EMPLEO (JAJAJAJA, COMO SI EL EXPLOTADOR,... PERDÓN, PATRÓN REALMENTE AFILIARA AL PERSONAL)...
..." fin del post.
Yo añadiría que no compremos NADA a toda la gente que desgraciadamente sobrevive de estas ventas por catálogo, vendiendo DE TODO en oficinas y edificios de departamentos. Es increible la cantidad de gente que se dedica al comercio informal de puerta en puerta. Nuestra furris economía está precisamente sustentada en vendernos-comprarnos los unos a otros. Pero insisto, no compremos nada de zapatos, ropa, joyería, etc. por catálogo.
Supongo que tendríamos que acostumbrarnos a vivir de la forma más austera que nos sea posible. En esta navidad, aplicar nuestro poder de NO-CONSUMO.
saludos,
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Me traje este post del SENDERO porque yo traigo una espinita desde las elecciones en marzo de este año en el Edomex. Después del post, mi comentario:
"...
Seguimos con otra nota de gobiernos estatales. Esta vez con una situación muy interesante. Según esta nota del Universal, Granier "ganó" la gobernatura en Tabasco (el que la ganó en realidad fue Raúl Ojeda) pero ¡Oh sorpresa! Quien tiene la mayoría en el congreso estatal de Tabasco es el PRD. ¿Cómo se explica esto?... fin del post
COMENTO (Víctor perdón por parafrasearte, es para enfatizar): Pues resulta que en marzo 2006 en las elecciones para Gobernador del Edomex, sabemos que el super-triunfador fue el metrosexual peña nieto y Yeidkol Polensky quedó en tercer lugar, pero ¡Oh sorpresa! En las elecciones del 2 de julio, quien pasó del tercero al PRIMER lugar pero ahora como senadora fue Yeidkol Polensky del PRD. ¿Cómo se explica esto?
Fácil, haciendo un comparativo con las debidas proporciones guardadas, a ella le hicieron, primero, lo mismo que le hicieron a Andrés Manuel después (fue algo así como un ensayo). Para empezar, nos recetaron la conocida campaña de desprestigio y después fraude con todas sus letras. Es decir, lo que más les importa es agandallarse las gubernaturas y por supuesto la presidencia. Ahí se van con todo, lo demás es secundario.
Esto nos serviría como sustento para evidenciar los fraudes si vivieramos en un estado de derecho real y no retórico.
saludos,
MORENA ... Internacionalista ... no globalista (si de globalizar se trata que sea la lucha de los pueblos)
miércoles, diciembre 20, 2006
La CND y los pueblos indígenas
Magdalena Gómez
Mientras Ulises Ruiz alardea "la gobernabilidad" y los presos continúan padeciendo arbitrariedades sin que se muestre real voluntad política para conducir este conflicto por la vía democrática, hago un paréntesis para compartir una reflexión sobre el vínculo de la convención nacional democrática (CND) y los pueblos indígenas.
En cuanto al mecanismo que se promueve para firmar una carta en la que cada persona que lo desee se comprometa a ser representante del presidente legítimo y acudir a las reuniones nacionales que se convoquen, diría que al margen de las consideraciones que tal propuesta suscita, sobre todo en términos de la articulación colectiva de una organización, en materia indígena ese mecanismo puede funcionar para la adhesión de líderes indígenas, sobre todo los que se mueven de manera autónoma respecto de su pueblo y comunidad, pero está fuera de lógica para la organización social y política de estos pueblos.
Ciertamente es complejo acercarse a las autoridades indígenas y proponer que se discuta la adhesión a la CND y a su presidente legítimo; sin embargo, por principio debe intentarse. Si se van a realizar giras por el total de municipios en el país, la de Oaxaca es muy factible, ya que es eminentemente indígena: hay más de 500 municipios y en lo general corresponden a las comunidades; es más difícil en Chihuahua, donde los rarámuris están agrupados en rancherías y no se reconocen de manera alguna en la estructura municipal.
Un ejemplo reciente es el Foro de los Pueblos Indígenas de Oaxaca, realizado el 28 y 29 de noviembre pasado, al que asistieron cerca de 500 autoridades municipales y comunales, representantes de organizaciones comunitarias y regionales. Este foro surgió de la reunión constitutiva de la Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca (la APPO de hoy), cuando los líderes indígenas señalaron que no podían comprometerse sin la decisión de sus pueblos y lo realizaron en un clima de alta tensión por los sucesos violentos del 25 de noviembre.
Esta posición se ve reflejada en la gran mayoría de las organizaciones que integran el Congreso Nacional Indígena (CNI), el cual, por cierto, no participa como tal de la CND y comparte las posturas de la otra campaña. Se ha dicho que este tipo de organizaciones políticas no agotan el universo de los pueblos indígenas ni de sus comunidades, y algo de razón hay en ello, pero es constante la organización colectiva y la toma de decisiones comunitaria. De manera que habría que considerar esta implicación. Por ejemplo, ignoramos si los delegados y representantes de los pueblos, comunidades y organizaciones indígenas, participantes en la CNI, que se reunieron en la Cámara de Diputados el pasado 15 de septiembre, vinieron precedidos del acuerdo comunitario.
Por otra parte, también es necesario que abordemos las implicaciones del compromiso asumido con las demandas de los pueblos indígenas. Después de 10 años de incumplimiento y distorsión debemos preguntarnos si es viable cumplir los acuerdos de San Andrés. Estamos lejos de aquel momento, cuando aparecieron como una alternativa seria para que por fin se incluyera plenamente a los pueblos indígenas, de entrada en la Constitución, en el marco de una auténtica reforma del Estado.
Obviamente partimos de la base muy probada de que el Estado con sus tres poderes dio la espalda a la palabra empeñada. En el pasado proceso electoral sólo figuró el propósito de cumplir los históricos acuerdos de San Andrés: Andrés Manuel López Obrador los incluyó en el primer compromiso. A los otros candidatos les resultó más cómoda la política del avestruz, no sabemos si porque asumen que "ya se cumplieron" o simplemente no les interesa.
A cinco años de la contrarreforma indígena de 2001 asistimos al reforzamiento de la privatización mediante leyes que afectan los territorios indígenas y están centradas en la biodiversidad; con ellas se perfila paulatinamente la desaparición del espacio propio del derecho público para dejar todo el espacio jurídico sujeto a las leyes del mercado. Lo que se observa es la continuidad con la también contrarreforma del artículo 27 constitucional.
Con este panorama observamos que no basta remitir de nueva cuenta la iniciativa Cocopa al Congreso; ya lo hicieron en 2002 un grupo de 160 diputados y no pasó nada. Se requiere, además, acompañar la iniciativa constitucional con un paquete de reformas legislativas que deshagan los entuertos del actual sexenio, particularmente en lo relativo a recursos naturales, genéticos y conocimiento tradicional. Toda una labor de desmontaje de la oleada privatizadora que amenaza seriamente la vida de los pueblos indígenas.
Quedan así planteadas las cautelas y las implicaciones de la relación del gobierno legítimo y la CND con los pueblos indígenas.
Mientras Ulises Ruiz alardea "la gobernabilidad" y los presos continúan padeciendo arbitrariedades sin que se muestre real voluntad política para conducir este conflicto por la vía democrática, hago un paréntesis para compartir una reflexión sobre el vínculo de la convención nacional democrática (CND) y los pueblos indígenas.
En cuanto al mecanismo que se promueve para firmar una carta en la que cada persona que lo desee se comprometa a ser representante del presidente legítimo y acudir a las reuniones nacionales que se convoquen, diría que al margen de las consideraciones que tal propuesta suscita, sobre todo en términos de la articulación colectiva de una organización, en materia indígena ese mecanismo puede funcionar para la adhesión de líderes indígenas, sobre todo los que se mueven de manera autónoma respecto de su pueblo y comunidad, pero está fuera de lógica para la organización social y política de estos pueblos.
Ciertamente es complejo acercarse a las autoridades indígenas y proponer que se discuta la adhesión a la CND y a su presidente legítimo; sin embargo, por principio debe intentarse. Si se van a realizar giras por el total de municipios en el país, la de Oaxaca es muy factible, ya que es eminentemente indígena: hay más de 500 municipios y en lo general corresponden a las comunidades; es más difícil en Chihuahua, donde los rarámuris están agrupados en rancherías y no se reconocen de manera alguna en la estructura municipal.
Un ejemplo reciente es el Foro de los Pueblos Indígenas de Oaxaca, realizado el 28 y 29 de noviembre pasado, al que asistieron cerca de 500 autoridades municipales y comunales, representantes de organizaciones comunitarias y regionales. Este foro surgió de la reunión constitutiva de la Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca (la APPO de hoy), cuando los líderes indígenas señalaron que no podían comprometerse sin la decisión de sus pueblos y lo realizaron en un clima de alta tensión por los sucesos violentos del 25 de noviembre.
Esta posición se ve reflejada en la gran mayoría de las organizaciones que integran el Congreso Nacional Indígena (CNI), el cual, por cierto, no participa como tal de la CND y comparte las posturas de la otra campaña. Se ha dicho que este tipo de organizaciones políticas no agotan el universo de los pueblos indígenas ni de sus comunidades, y algo de razón hay en ello, pero es constante la organización colectiva y la toma de decisiones comunitaria. De manera que habría que considerar esta implicación. Por ejemplo, ignoramos si los delegados y representantes de los pueblos, comunidades y organizaciones indígenas, participantes en la CNI, que se reunieron en la Cámara de Diputados el pasado 15 de septiembre, vinieron precedidos del acuerdo comunitario.
Por otra parte, también es necesario que abordemos las implicaciones del compromiso asumido con las demandas de los pueblos indígenas. Después de 10 años de incumplimiento y distorsión debemos preguntarnos si es viable cumplir los acuerdos de San Andrés. Estamos lejos de aquel momento, cuando aparecieron como una alternativa seria para que por fin se incluyera plenamente a los pueblos indígenas, de entrada en la Constitución, en el marco de una auténtica reforma del Estado.
Obviamente partimos de la base muy probada de que el Estado con sus tres poderes dio la espalda a la palabra empeñada. En el pasado proceso electoral sólo figuró el propósito de cumplir los históricos acuerdos de San Andrés: Andrés Manuel López Obrador los incluyó en el primer compromiso. A los otros candidatos les resultó más cómoda la política del avestruz, no sabemos si porque asumen que "ya se cumplieron" o simplemente no les interesa.
A cinco años de la contrarreforma indígena de 2001 asistimos al reforzamiento de la privatización mediante leyes que afectan los territorios indígenas y están centradas en la biodiversidad; con ellas se perfila paulatinamente la desaparición del espacio propio del derecho público para dejar todo el espacio jurídico sujeto a las leyes del mercado. Lo que se observa es la continuidad con la también contrarreforma del artículo 27 constitucional.
Con este panorama observamos que no basta remitir de nueva cuenta la iniciativa Cocopa al Congreso; ya lo hicieron en 2002 un grupo de 160 diputados y no pasó nada. Se requiere, además, acompañar la iniciativa constitucional con un paquete de reformas legislativas que deshagan los entuertos del actual sexenio, particularmente en lo relativo a recursos naturales, genéticos y conocimiento tradicional. Toda una labor de desmontaje de la oleada privatizadora que amenaza seriamente la vida de los pueblos indígenas.
Quedan así planteadas las cautelas y las implicaciones de la relación del gobierno legítimo y la CND con los pueblos indígenas.
Una paradoja trágica (crudo, pero hay cosa para analizar)
AMLO: promotor de Calderón
Denise Dresser
Una paradoja demoniaca, como diría el periodista Ryszard Kapuscinki. Andrés Manuel López Obrador convertido en promotor de Felipe Calderón. El Peje transformado en propulsor de su peor adversario. Tomando decisiones que debilitan su posición y fortalecen las del contrario; haciendo declaraciones que le restan apoyos y se los transfieren a quien desea destruir pero termina por apuntalar. AMLO como conductor contraproducente; como actor auto-destructivo; como político paradójico que encabeza una izquierda empecinada en empoderar a la derecha. Un PRD disfuncional que en lugar de actuar como contrapeso eficaz al PAN, justifica su avance.
Realidad revelada encuesta tras encuesta, sondeo tras sondeo. El apoyo electoral al panismo crece mientras el apoyo electoral al perredismo disminuye. La popularidad del blanquiazul sube mientras la del sol azteca desciende. El respaldo a Calderón se extiende mientras que el respaldo a López Obrador se va encogiendo. En el D.F. y a lo largo de la República: señales evidentes del juego suma-cero en el cual se ha convertido la política mexicana. Lo que AMLO pierde, Calderón gana. Lo que el PRD tira por la borda, el PAN se apresta a pescar. Lo que una izquierda radicalizada y beligerante siembra, una derecha triunfalista y complaciente cosecha con creces. El comportamiento postelectoral de López y sus seguidores no le ha cerrado espacios al PAN. Al contrario, se los abre y cada vez más.
Con frecuencia, AMLO argumenta que sus críticos se han convertido en “alcahuetes de la derecha”. Pero parecería que él mismo lo es. Cada vez que habla de mandar al diablo las instituciones, crea más mexicanos dispuestos a defenderlas, porque prefieren su reforma a su destrucción. Cada vez que habla del “pelele”, produce más ciudadanos que llaman a defender al Presidente, aunque no hayan votado por él. Cada vez que condena cualquier relación política con el gobierno “usurpador”, llena las filas de quienes quieren acuerdos para gobernar antes que vetos para obstaculizar. El maximalismo lopezobradorista está causando una diáspora hacia el gradualismo calderonista. El populista le está poniendo la mesa al espurio. La presidencia “legítima” está apuntalando a la presidencia “de facto”.
Por los temores que incita. Por el conservadurismo que despierta. Por el rechazo de los votantes moderados que produce. Porque al actuar como lo hace, AMLO resucita todos los estereotipos superados, todos los adjetivos archivados.
El PRD como el partido de los rabiosos y los recalcitrantes; el PRD con el porcentaje más alto de negativos y el porcentaje más bajo de votantes; el PRD otra vez entrampado en el 19% de las preferencias, apoyado tan sólo por su voto duro, rechazado por los electores independientes, condenado a perder en 2009 y asegurando que así sea.
Una izquierda igniscible, allanando el camino para una derecha que se siente cada vez más legitimada.
Y López Obrador negando que eso sea cierto; negando la responsabilidad de un desenlace que ha contribuido a crear. Insistiendo en escenificaciones fársicas que dañan su reputación en vez de enaltecerla; insistiendo en posturas maximalistas que lastiman al PRD en lugar de ayudarlo; insistiendo en convocar a la calle y a las plazas cuando no podrá ayudar a los pobres o producir las transformaciones profundas que México necesita tan sólo gritando desde allí. La negación de la realidad que impide transformarla. La negación como mecanismo de defensa que impide la auto-crítica. La negación de los adictos y los alcóhlicos y las mujeres violadas y todos los que ignoran la verdad porque no pueden lidiar con ella.
Esa verdad ineludible que acompaña a AMLO dondequiera que va: 45% de la población piensa que su reputación ha empeorado; 63% piensa que tiene poca credibilidad; 66% piensa que su presidencia alternativa lo debilita.
Cifras desoladoras —todas ellas— para quienes saben que México necesita una buena izquierda. Una izquierda que atempere a Calderón en vez de ayudarlo a gobernar solo. Una izquierda capaz de remontar la intransigencia que fortalece al panismo en vez de acotarlo. Una izquierda que sea acicate del cambio progresista y no pretexto para el conformismo conservador. Una izquierda que sea protagonista de la política y no sólo víctima predecible de ella. Una izquierda con ideas viables y no sólo posturas testimoniales. Una izquierda que sepa hablarle a las clases medias en lugar de alienarlas. Una izquierda capaz de rechazar tanto la claudicación que el PAN quiere y la inmolación que AMLO exige. Una izquierda que sepa ser oposición, porque el país la necesita.
Todo aquello que explica la razón de ser de la izquierda mexicana sigue allí. La pobreza, y la desigualdad, y la corrupción, y los privilegios, y la justicia discrecional, y la concentración de la riqueza y la postergación de soluciones para distribuirla mejor. Los de abajo siguen siendo los de abajo, los de arriba siguen siendo los de arriba, los de en medio siguen luchando para quedarse allí. Pero AMLO está demasiado ocupado confrontando al sistema para pensar en cómo mejorarlo. Y el PRD está demasiado ocupado lidiando con AMLO para pensar que la izquierda debe ser más que el hombre que se apropió de ella.
Si quiere influir y no sólo vetar, la izquierda debe reflexionar. Debe reconsiderar. Debe entender que si continúa comportándose como lo ha hecho a partir del 2 de julio, no hará de México un país más justo sino más panista. No hará de México un país más equitativo sino más conservador. Y no empoderará a los desposeídos sino al partido que apela a la mano firme para lidiar con ellos. Si el PRD no es capaz de traducir demandas explosivas en opciones razonables de política pública, minará a una democracia disfuncional en vez de componerla. Si el PRD no es capaz de articular propuestas creíbles para la justicia distributiva, le dará armas a quienes insisten en que no es necesaria. En lugar de ayudar a los pobres, fortalecerá políticamente a quienes preferirían encarcelarlos.
Y si López Obrador no entiende ésto, ojalá que otros perredistas sí lo comprendan. Y si López Obrador no logra superar la disonancia cognoscitiva que lo aqueja, ojalá que otros líderes como Marcelo Ebrard y Amalia García y Lázaro Cárdenas sí logren remontarla. Y si López Obrador sigue empeñado en convertir al PRD en promotor de la empanización del país, ojalá que los verdaderos progresistas del país no se lo permitan. Porque sería una paradoja trágica que la izquierda continuara pavimentando la ruta que el PAN usa para rebasarla.— México, D.F.
Denise Dresser
Una paradoja demoniaca, como diría el periodista Ryszard Kapuscinki. Andrés Manuel López Obrador convertido en promotor de Felipe Calderón. El Peje transformado en propulsor de su peor adversario. Tomando decisiones que debilitan su posición y fortalecen las del contrario; haciendo declaraciones que le restan apoyos y se los transfieren a quien desea destruir pero termina por apuntalar. AMLO como conductor contraproducente; como actor auto-destructivo; como político paradójico que encabeza una izquierda empecinada en empoderar a la derecha. Un PRD disfuncional que en lugar de actuar como contrapeso eficaz al PAN, justifica su avance.
Realidad revelada encuesta tras encuesta, sondeo tras sondeo. El apoyo electoral al panismo crece mientras el apoyo electoral al perredismo disminuye. La popularidad del blanquiazul sube mientras la del sol azteca desciende. El respaldo a Calderón se extiende mientras que el respaldo a López Obrador se va encogiendo. En el D.F. y a lo largo de la República: señales evidentes del juego suma-cero en el cual se ha convertido la política mexicana. Lo que AMLO pierde, Calderón gana. Lo que el PRD tira por la borda, el PAN se apresta a pescar. Lo que una izquierda radicalizada y beligerante siembra, una derecha triunfalista y complaciente cosecha con creces. El comportamiento postelectoral de López y sus seguidores no le ha cerrado espacios al PAN. Al contrario, se los abre y cada vez más.
Con frecuencia, AMLO argumenta que sus críticos se han convertido en “alcahuetes de la derecha”. Pero parecería que él mismo lo es. Cada vez que habla de mandar al diablo las instituciones, crea más mexicanos dispuestos a defenderlas, porque prefieren su reforma a su destrucción. Cada vez que habla del “pelele”, produce más ciudadanos que llaman a defender al Presidente, aunque no hayan votado por él. Cada vez que condena cualquier relación política con el gobierno “usurpador”, llena las filas de quienes quieren acuerdos para gobernar antes que vetos para obstaculizar. El maximalismo lopezobradorista está causando una diáspora hacia el gradualismo calderonista. El populista le está poniendo la mesa al espurio. La presidencia “legítima” está apuntalando a la presidencia “de facto”.
Por los temores que incita. Por el conservadurismo que despierta. Por el rechazo de los votantes moderados que produce. Porque al actuar como lo hace, AMLO resucita todos los estereotipos superados, todos los adjetivos archivados.
El PRD como el partido de los rabiosos y los recalcitrantes; el PRD con el porcentaje más alto de negativos y el porcentaje más bajo de votantes; el PRD otra vez entrampado en el 19% de las preferencias, apoyado tan sólo por su voto duro, rechazado por los electores independientes, condenado a perder en 2009 y asegurando que así sea.
Una izquierda igniscible, allanando el camino para una derecha que se siente cada vez más legitimada.
Y López Obrador negando que eso sea cierto; negando la responsabilidad de un desenlace que ha contribuido a crear. Insistiendo en escenificaciones fársicas que dañan su reputación en vez de enaltecerla; insistiendo en posturas maximalistas que lastiman al PRD en lugar de ayudarlo; insistiendo en convocar a la calle y a las plazas cuando no podrá ayudar a los pobres o producir las transformaciones profundas que México necesita tan sólo gritando desde allí. La negación de la realidad que impide transformarla. La negación como mecanismo de defensa que impide la auto-crítica. La negación de los adictos y los alcóhlicos y las mujeres violadas y todos los que ignoran la verdad porque no pueden lidiar con ella.
Esa verdad ineludible que acompaña a AMLO dondequiera que va: 45% de la población piensa que su reputación ha empeorado; 63% piensa que tiene poca credibilidad; 66% piensa que su presidencia alternativa lo debilita.
Cifras desoladoras —todas ellas— para quienes saben que México necesita una buena izquierda. Una izquierda que atempere a Calderón en vez de ayudarlo a gobernar solo. Una izquierda capaz de remontar la intransigencia que fortalece al panismo en vez de acotarlo. Una izquierda que sea acicate del cambio progresista y no pretexto para el conformismo conservador. Una izquierda que sea protagonista de la política y no sólo víctima predecible de ella. Una izquierda con ideas viables y no sólo posturas testimoniales. Una izquierda que sepa hablarle a las clases medias en lugar de alienarlas. Una izquierda capaz de rechazar tanto la claudicación que el PAN quiere y la inmolación que AMLO exige. Una izquierda que sepa ser oposición, porque el país la necesita.
Todo aquello que explica la razón de ser de la izquierda mexicana sigue allí. La pobreza, y la desigualdad, y la corrupción, y los privilegios, y la justicia discrecional, y la concentración de la riqueza y la postergación de soluciones para distribuirla mejor. Los de abajo siguen siendo los de abajo, los de arriba siguen siendo los de arriba, los de en medio siguen luchando para quedarse allí. Pero AMLO está demasiado ocupado confrontando al sistema para pensar en cómo mejorarlo. Y el PRD está demasiado ocupado lidiando con AMLO para pensar que la izquierda debe ser más que el hombre que se apropió de ella.
Si quiere influir y no sólo vetar, la izquierda debe reflexionar. Debe reconsiderar. Debe entender que si continúa comportándose como lo ha hecho a partir del 2 de julio, no hará de México un país más justo sino más panista. No hará de México un país más equitativo sino más conservador. Y no empoderará a los desposeídos sino al partido que apela a la mano firme para lidiar con ellos. Si el PRD no es capaz de traducir demandas explosivas en opciones razonables de política pública, minará a una democracia disfuncional en vez de componerla. Si el PRD no es capaz de articular propuestas creíbles para la justicia distributiva, le dará armas a quienes insisten en que no es necesaria. En lugar de ayudar a los pobres, fortalecerá políticamente a quienes preferirían encarcelarlos.
Y si López Obrador no entiende ésto, ojalá que otros perredistas sí lo comprendan. Y si López Obrador no logra superar la disonancia cognoscitiva que lo aqueja, ojalá que otros líderes como Marcelo Ebrard y Amalia García y Lázaro Cárdenas sí logren remontarla. Y si López Obrador sigue empeñado en convertir al PRD en promotor de la empanización del país, ojalá que los verdaderos progresistas del país no se lo permitan. Porque sería una paradoja trágica que la izquierda continuara pavimentando la ruta que el PAN usa para rebasarla.— México, D.F.
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