EU: injerencismo y amenazas
LA JORNADA, EDITORIAL
La secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, demandó ayer a las naciones latinoamericanas abstenerse (!!!!) de fomentar lazos con Irán –cuyo gobierno es acusado por Washington y la Unión Europea de querer desarrollar armas nucleares, y al cual se refirió como
el mayor partidario, promotor y exportador del terrorismo en el mundo de hoy–; calificó de
idea realmente malalos acercamientos habidos recientemente entre Teherán y algunos países de la región, como Brasil, Ecuador, Venezuela y Bolivia –si bien sólo hizo mención de los dos últimos–, los cuales, advirtió, si quieren
coquetear con Irán, deberían ver qué consecuencias podría haber para ellos, y esperamos que lo piensen dos veces.
Los señalamientos de Clinton refuerzan la percepción de que, pese al arribo de Barack Obama a la Casa Blanca, hace ya casi un año, se mantiene intacto el espíritu injerencista, unilateral y arbitrario que caracterizó la política exterior de Washington durante la era de George W. Bush. Alguien debería recordarle a la encargada del Departamento de Estado que ningún país tiene derecho a erigirse en juez de otros, aprobar o desaprobar el desempeño de éstos en ámbitos particulares, ni mucho menos hostilizarlos por decisiones soberanas, como establecer relaciones diplomáticas con otras naciones.
Si lo que Washington desea es desactivar el riesgo de que se generen espirales armamentistas –atómicas o no– en la región y en el mundo, antes que recurrir a amenazas como las proferidas por Clinton tendría que revertir la percepción generalizada de que su propia política exterior representa un peligro para naciones que, como las mencionadas Venezuela y Bolivia, han decidido apartarse de la preceptiva política y económica de Estados Unidos, y han criticado la depredación y la barbarie practicadas en los años recientes por la Casa Blanca y el Pentágono a escala mundial. Uno de los factores que potenciaron el acercamiento de América Latina con Irán y otros países fue precisamente el anuncio de que Estados Unidos operará bases militares en Colombia, medida que vulnera la soberanía de ese país y constituye un elemento de tensión regional.