por Eduardo García
Sentido Común
5 de diciembre – A lo largo de los últimos días, los noticieros de Grupo Televisa y TV Azteca han transmitido diversos reportajes en los que las dos televisoras, mediante sus divisiones de noticias, han denunciado las presuntas prácticas monopólicas de Grupo Casa Saba, el mayor distribuidor de medicamentos en el país.
Teniendo como base historias reales, conmovedoras, con imágenes de pacientes pobres, muriendo, con enfermedades crónicas o degenerativas, que le parten el alma a cualquiera, las televisoras han realizado una supuesta investigación periodística en torno a un problema real de la economía mexicana: la concentración de la distribución de los medicamentos en pocas manos y el posible impacto de esto en los precios de las medicinas en el país.
“En este momento en el que le hablo hay miles y miles en México con enfermedades graves, crónicas que no pueden comprar sus medicinas por los precios… precios inaccesibles. Y mientras ellos sufren, los distribuidores, los intermediarios son los que cuentan sus ganancias”, dijo Joaquín López Dóriga, conductor del noticiero nocturno de Televisa la noche del 24 de noviembre al introducir una entrega más del serie especial que elaboraron reporteros de la televisora y que titularon “Morir sin remedio”.
Mientras que para muchos los altos precios de los medicamentos en el país por probables prácticas monopólicas de distribuidores de medicamentos son un tema de interés periodístico, académico y de políticas públicas, sobre todo por el impacto que tienen en el bienestar y en la economía de todos los mexicanos, algunos analistas y periodistas se preguntan si el repentino interés de los reporteros de Televisa y TV Azteca por el problema es realmente periodístico o si tiene otros fines –dictados desde arriba por los dueños de las empresas– que poco tienen que ver con una investigación periodística seria y de fondo.
“¡Qué curioso! Desde la semana pasada, en los principales noticiarios de Televisa y TV Azteca, surgió un repentino interés por el tema de distribución de medicamentos. Con todo y que ese negocio lleva años en la misma situación, de repente encontraron que Casa Saba –una de las empresas más grandes del ramo– es presuntamente culpable de los altos precios de las medicinas”, escribió el periódico Reforma en su columna Templo Mayor el lunes. “Pareciera ser un milagro divino que ambas televisoras hayan hecho ese descubrimiento al mismo tiempo y casi con las mismas palabras”.
La sospecha que ha levantado la cobertura de las dos televisoras sobre el tema se basa principalmente en que la crítica, tanto de Televisa como de TV Azteca, se ha centrado principalmente en una de las dos compañías más importantes en la distribución de medicamentos en México, Grupo Casa Saba.
Se trata de una empresa propiedad de la familia Saba, que en septiembre de este año solicitó a las autoridades reguladoras mexicanas abrir el mercado de la televisión, que al igual que el de los medicamentos, está controlado por dos compañías: Televisa y TV Azteca.
La familia Saba incluso se asoció ya con Telemundo, la cadena estadounidense de televisión en español, propiedad de NBC Universal, para crear una nueva compañía Palmas 26, que busca incursionar en el mercado de la televisión en México y que ha solicitado a las autoridades la emisión de nuevas licencias para lanzar un nuevo canal de televisión en México
Para algunos, el intento de la familia Saba por participar en la industria televisiva mexicana, dominada por Televisa y TV Azteca, pudo bien despertar la ira de los dos gigantes de las telecomunicaciones, quienes encontraron en las condiciones prevalecientes de la industria de los medicamentos un terreno fértil para desprestigiar a un potencial competidor, y así complicar su futura incursión en la industria de la televisión.
“Los mal pensados comentan que este repentino interés por criticar a esa empresa (Grupo Casa Saba) no tiene nada que ver con la salud sino más bien con la televisión. Y es que el 21 de septiembre, el accionista principal de Casa Saba, Isaac Saba Raffoul, asociado con el grupo Telemundo, solicitó formalmente a la SCT (Secretaría de Comunicaciones y Transporte) la licitación de frecuencias para una tercera cadena nacional de televisión abierta”, dijo Templo Mayor.
El pleito entre la familia Saba y TV Azteca no es inclusive nuevo. A finales de septiembre, la policía, acompañada de funcionarios y abogados de la televisora, hizo una redada en los estudios de Telemundo en México cuando la empresa filmaba algunas secuencias del realty show Quinceañera.
Para TV Azteca la redada se llevó a cabo para cumplir con una orden judicial que mandaba poner fin a la producción ya que el socio de Telemundo en la grabación del programa estaba aparentemente incumpliendo con un contrato de exclusividad que había firmado con TV Azteca para elaborar reality shows. Ejecutivos de Telemundo, sin embargo, dijeron que se trataba de una muestra de fuerza para intimidar a la compañía y frenar el interés que había ya manifestado por participar en la televisión mexicana.
La semana pasada NBC contestó esa acción presentando una solicitud en Los Ángeles para que las autoridades estadounidenses no renueven la licencia a una estación de televisión en esa ciudad que transmite la programación de Azteca America, la cadena en español de TV Azteca en Estados Unidos.
Claro que después de la serie de reportajes transmitidos por Televisa y TV Azteca en México, la familia Saba tendrá que hacer una meticulosa labor para limpiar y salvar su imagen, luego de haber sido bombardeada por varios días, acusándola casi de ocasionar la muerte de miles de mexicanos por encarecer las medicinas.
(La empresa Especialista en Medios, que se dedica a monitorear a los medios de comunicación en México, encontró más de 40 notas sobre el tema transmitidas por ambas televisoras desde el 21 de noviembre hasta el 4 de diciembre).
–¿Y qué piensas hacer? –preguntó Saúl Sánchez Lemus, un reportero de Televisa, a Fabián, un joven en uno de los reportajes del serial de Televisa, quien estaba recostado y quien con voz débil contestó:
– Pues ya, esperar la muerte.
– ¿Y estás tomando medicamentos?
– No
– ¿Por qué?
– Porque no me lo dan, necesito yo comprarlo, si no.
– ¿No tienes dinero?
– No.
Ni Sánchez Lemus, ni los conductores Joaquín López Dóriga o Carlos Loret de Mola, quien también transmitió en su programa de noticias matutino, Primero Noticias, la serie de reportajes “Morir sin remedio”, revelaron en los trabajos periodísticos que presentaron en los canales de Televisa, que la familia Saba tenía interés de participar en la industria televisiva, o que la propia Televisa o TV Azteca son compañías que controlan el mercado publicitario de la televisión.
De ahí que, para muchos, los reportajes estén envueltos en un velo de sospechas que les restan méritos.
Además, los reportajes han provocado sospechas sobre sus intenciones últimas por su manufactura. En ningún momento, Televisa o TV Azteca mencionaron en sus reportajes que intentaron contactar a Grupo Casa Saba para conocer su punto de vista a fin de darle oportunidad de defenderse.
También los reportajes mezclaron sin mucha lógica los problemas de salud y económicos de algunos de sus casos reales con los problemas de la distribución de medicamentos en México –dos temas que a veces pueden vincularse, pero que en otras no tienen correlación.
Los reportajes, a pesar de su repetido número y extensión, no explicaron el funcionamiento de las cadenas de distribución de medicamentos en México, los costos en que incurren los distribuidores o las formas en que Grupo Casa Saba y Nadro, la otra gran empresa comercializadora de medicamentos, han supuestamente incurrido en prácticas monopolísticas.
Los reporteros tan sólo se dedicaron a transcribir cifras sobre el tamaño de Grupo Casa Saba y sus resultados, pero no profundizaron en el problema, ni presentaron las formas en que Grupo Casa Saba y Nadro trabajan.
Los periodistas de las dos televisoras no ofrecieron comparativos de precios de ciertos medicamentos en otros mercados para verificar si efectivamente las medicinas son más caras en México que en otros países por los distribuidores, ni compararon las ganancias de las empresas distribuidoras en México con las de otras compañías con actividades similares en otros países, ni analizaron si existen barreras de entrada a la industria de la distribución de medicamentos.
Para Televisa y TV Azteca bastaba con presentar a un personaje enfermo como Fabián, englobar el reportaje con música de fondo tenebrosa o sentimental (una no muy sana práctica periodística de la televisión porque altera la realidad y la precisión de lo que está viendo el televidente), para así supuestamente haber elaborado un reportaje de investigación y poder concluir que Grupo Casa Saba ha tenido que ver indirectamente con la muerte de Fabián, como finalmente ocurrió, o con la desesperación de miles de enfermos con escasos recursos por no poder adquirir sus medicamentos.
Televisa negó que sus reportajes tuvieran una motivación distinta a la periodística.
“El tema de las medicinas es un tema social de interés público en México. Televisa ha tratado temas sociales históricamente”, dijo la televisora en un comunicado de prensa. “El tema es real (precio elevado de las medicinas en un país pobre con grandes necesidades de salud) y no relacionado con Saba y sus otros negocios”.
Por su parte, TV Azteca no respondió a la solicitud que realizó Sentido Comun para conocer su comentario.
La transmisión de los reportajes de Televisa y TV Azteca se dan también en un momento clave: la llegada de una nueva administración al poder. Felipe Calderón, el nuevo presidente de México y quien tomó posesión el viernes pasado, ha hablado de hacer más competitiva a la economía mexicana para impulsar su crecimiento y fomentar la creación de empleos.
Para muchos economistas, Calderón podría lograr ese objetivo si ataca a los monopolios que controlan muchas de las principales industrias del país, como son la televisiva, la telefónica, la petrolera, la cementera, la eléctrica y, probablemente, la de la distribución de medicamentos.
Claro que el tratamiento que dieron Televisa y TV Azteca al tema de la distribución de los medicamentos es una clara muestra de que las televisoras no cederán fácilmente a los intentos gubernamentales o de otros empresarios por abrir la industria televisiva a más participantes.
Televisa y TV Azteca incluso pueden sentirse orgullosas de su labor pues diputados y senadores, incluso agencias gubernamentales, como la Comisión Federal de Competencia, han dicho que, por los reportajes de las televisoras, analizarán las condiciones actuales en el mercado de la distribución de medicamentos para determinar si existen o no prácticas monopolísticas que encarecen los medicamentos.
Algo que es positivo para los consumidores, pero que muchos desearían se extendiera también a otras industrias, inclusive la televisiva.