Qué es revolución? Un millón de picaduras de abejas, un millón de
dignidades
John Holloway
Herramienta
En estas notas, el autor del libro Cambiar el mundo sin tomar el
poder plantea, sucinta pero profundamente, un desafío a pensar el
concepto actual de revolución como urgente necesidad en el aquí y el
ahora.
A partir del impulso hacia la autodeterminación del hacer colectivo
que diferentes movimientos y procesos sociales están desarrollando
en su lucha contra y más allá del capital, Holloway despliega la
idea de la revolución en términos de intersticios, de innumerables
grietas, de infinitas picaduras en la dominación capitalista.
1. Hoy, la revolución es más urgente que nunca: esto es evidente.
2. La única manera posible de concebir la revolución es en términos
de grietas en el tejido de la dominación capitalista: como el
reconocimiento, la creación, expansión, multiplicación y confluencia
de los espacios o momentos de negación-y-creación; espacios o
momentos en los cuales las personas dicen: "¡No! ¡Ya basta! ¡Aquí
no! Aquí no vamos a subordinar nuestras vidas al dominio del
capital; aquí vamos a hacer sólo aquello que nosotros mismos
consideramos necesario o deseable hacer!".
3. La revolución es forzosamente intersticial. Es muy improbable que
la abolición del capitalismo tenga lugar en todo el mundo al mismo
tiempo.
4. En el pasado, dicho carácter intersticial de la revolución fue
encubierto por la falsa idea de que cada Estado constituía su propia
sociedad, sin comprender que cada Estado se corresponde apenas con
un fragmento de la sociedad capitalista global. La conquista de un
Estado fue entendida como una revolución en sí misma, en lugar de
ser vista como un intento de transformar las relaciones sociales en
tan sólo una parte de la sociedad capitalista global.
5. Si aceptamos que la revolución es inevitablemente intersticial,
surge entonces la pregunta: ¿cuáles son los espacios o intersticios
relevantes? Muchos revolucionarios se centran en el Estado como el
espacio significativo, pero esto tiene la desventaja de que el
Estado es una forma de organización desarrollada para apoyar el
capital y para excluir a las personas de la determinación de sus
propias vidas. La historia del último siglo, y también la reflexión
teórica, demuestran que no es posible crear una sociedad
autodeterminada (o comunista) utilizando una forma de organización
diseñada para la represión de la autodeterminación. No es posible la
transformación radical de la sociedad a través del Estado.
6. Al pensar en grietas en la dominación capitalista, estamos
pensando en dimensiones no estatales. Las grietas se presentan en
muchas formas diferentes en todo el mundo. Pueden ser
territoriales: "aquí en este espacio (la selva Lacandona en Chiapas,
una fábrica ocupada o un café alternativo) no vamos a aceptar la
lógica del capital, aquí vamos a crear otro tipo de relaciones
sociales". O bien, pueden ser grietas en el tiempo: "aquí en este
evento, mientras estemos juntos, vamos a hacer las cosas de otra
manera, vamos a abrir ventanas hacia otro mundo". O también pueden
ser relacionadas con actividades o recursos particulares: "en la
cuestión del agua, o del software, o de la educación vamos a luchar
para excluir el dominio del dinero y del capital, estas actividades
tienen que seguir otra lógica".
7. La muerte del capitalismo no sobrevendrá como consecuencia de una
puñalada al corazón, sino a partir de un millón de picaduras de
abejas. Somos nosotros esas picaduras.
8. Un millón de picaduras de abejas significa un millón de
dignidades. Nuestros espacios o momentos de negación son, al mismo
tiempo, espacios o momentos de creación, de hacer aquello que
consideramos necesario o deseable. Emancipamos nuestro poder-hacer
del poder-sobre que lo mantiene en cautiverio. En el proceso de
destruir la sociabilidad capitalista (porque ella está
destruyéndonos), creamos otra sociabilidad basada en la
autodeterminación colectiva de nuestro hacer. Desatar-y-crear
nuestro propio poder-hacer es el núcleo de la revolución comunista.
También es necesario como manera de confrontar la amenaza de pobreza
material, que es la recompensa a la dignidad en una sociedad basada
en la negación de la dignidad.
9. Nuestras dignidades son piedras arrojadas a través del cristal de
la dominación capitalista. Crean hoyos, pero, más que eso, generan
grietas que corren. El movimiento es crucial. El capital se mueve
constantemente en un intento de clausurar dichas grietas,
reabsorbiendo nuestras rebeldías. De modo que nuestra rebeldía, para
mantenerse viva, tiene que moverse más rápidamente que el capital.
Un espacio autónomo que no se expande, que no deviene grieta, corre
el riesgo de convertirse en su contrario, una institución.
10. El capitalismo está lleno de grietas, ya sean pequeñas (tal como
la rebeldía que está dentro de todos nosotros o en un reducido grupo
de personas que se reúne para generar un espacio anticapitalista) o
grandes (como por ejemplo las rebeliones en la selva Lacandona, el
movimiento social en Bolivia, los disturbios en Francia). A veces
son tan pequeñas, y aparentemente tan apolíticas, que no logramos
reconocerlas. La revolución comienza con el reconocimiento de las
grietas existentes y crece con la generación de grietas nuevas, con
su expansión, su multiplicación y su confluencia. La confluencia
entre las grietas depende más de ondas de choque, resonancias y
afinidades que de estructuras organizativas formales.
11. La revolución por medio de las grietas es revolución aquí y
ahora. La puñalada al corazón necesita ser preparada, está siempre
en el futuro. El millón de picaduras de abejas, el millón de
dignidades están presentes aquí y ahora. La cuestión no radica en
cómo construir el movimiento para el futuro, sino en cómo quebrar
las relaciones sociales capitalistas aquí y ahora. Ruptura, negación-
y-creación aquí y ahora: éste es el desafío de la revolución.
12. No somos locos o, si lo somos, no estamos solos en nuestra
locura. El arraigado concepto leninista de revolución está en
crisis. Algunos pudieron pensar que la idea misma de revolución
estaba en crisis, pero hoy está claro que solamente una idea
particular de revolución es la que está en crisis, y que la
revolución es más urgente que nunca.
13. El viejo concepto de revolución está en crisis porque su
esencia, el trabajo abstracto o trabajo alienado, está en crisis.
Este concepto conformaba la teoría revolucionaria del movimiento
obrero, la lucha del trabajo asalariado contra el capital. Su lucha
era limitada porque el trabajo asalariado es el complemento del
capital y no su negación. La crisis del movimiento obrero -y del
trabajo asalariado mismo- abre un nivel más profundo de la lucha de
clases: la lucha del hacer en contra del trabajo abstracto -y por lo
tanto, en contra del capital-. Esta nueva y más profunda lucha de
clases busca formas originales de avanzar, tanto práctica como
teóricamente. Nosotros somos la crisis del trabajo abstracto, la
crisis del trabajo asalariado. Somos la revuelta del hacer en contra
de la determinación ajena, el empuje del hacer hacia la
autodeterminación. Nuestro hacer es el desbordamiento de la
creatividad respecto al trabajo abstracto. Somos la respuesta y la
pregunta de la nueva lucha de clases, en su orden correcto: primero
la respuesta y después la pregunta.
14. Los problemas que conlleva este enfoque parecen obvios: este
punto, sin duda, puede confiarse al lector. Sin embargo, no se
vislumbra otra manera de avanzar. Abandonar la revolución no es una
opción.
15. Preguntando caminamos.
Nota:
Trabajo inédito en español, enviado a Herramienta por su autor.
Originalmente fue publicado en Estambul, Turquía, bajo el
título "Devrim nedir? Bir milyon ari sokmasi, bir milyon erdem", en
la revista Birikim, núm. 205-206, págs. 61-62.
* John Holloway es investigador y profesor del Instituto de Ciencias
Sociales y Humanidades de la Benemérita Universidad Autónoma de
Puebla, México. Ediciones Herramienta, ha publicado sus libros:
Cambiar el mundo sin tomar el poder, 2002; Keynesianismo: una
peligrosa ilusión, 2003; su compilación Clase = lucha, antagonismo
social y marxismo crítico, 2004; y Contra y más allá del capital,
2006.