Introducirlo en México, parte de la estrategia para controlar la producción
ANGELICA ENCISO L.
Está comprobado que el maíz transgénico no da altos rendimientos y sí genera dependencia de los campesinos hacia las trasnacionales, además de que pone en riesgo la diversidad genética del grano, señalaron expertos y organizaciones no gubernamentales (ONG).
Las trasnacionales quieren aprovechar la crisis actual y ya convencieron a los funcionarios para acelerar los permisos de cultivo experimental, que podrían empezar en marzo.
Ante la demanda de las empresas trasnacionales Monsanto, Pioneer y Dupont agrupadas en Agro Bio, y los grandes agricultores de que se autorice en México el cultivo de maíz transgénico, el investigador Antonio Serratos, de El Colegio de México, consideró que el aumento del precio de la tortilla es el final de la campaña de presión de estas empresas para lograr su propósito.
"Es parte de la estrategia de control de la producción de maíz en México, donde uno de los elementos principales es el grano transgénico. Todo esto ha contado con el apoyo, por comisión u omisión, de reglamentos del gobierno federal en áreas de agricultura y economía", afirmó.
Agregó que se está criminalizando a los tortilleros por el aumento de precio, cuando la culpa es de quienes acaparan el grano y lo venden más caro a los nixtamaleros y a las tortillerías.
"Es una situación que se ha creado artificialmente para encarecer el básico, y el propósito es decir que cultivar el transgénico será la solución", indicó.
Diconsa nuevamente hará importaciones del grano, después de que suspendió las compras en 2003, una vez que se encontró que por conducto de esas tiendas se habría distribuido maíz transgénico y que se contaminaron los cultivos de la especie criolla de la Sierra Juárez de Oaxaca en 2001.
Serratos consideró que la decisión gubernamental de que Diconsa realice importaciones nuevamente "es parte de la estrategia que empuja a que se inunde el mercado con transgénico, lo cual vendría a agravar lo que se sabe: que el transgénico ya está no sólo en Oaxaca sino en los canales de distribución formales e informales de México".
Señaló que no existe control sobre bioseguridad, y los organismos responsables únicamente han abordado el problema con declaraciones.
Advirtió que investigaciones independientes indican que el maíz transgénico está más difundido de lo que se ha reconocido hasta el momento: "se ha generado una situación artificial para empujar el control de la producción por unos cuantos grandes productores".
Por su parte, la organización ambientalista Greenpeace advirtió que "la industria biotecnológica pretende engañar a la sociedad y convencer a las autoridades para aprobar la siembra de transgénicos en México, prometiendo altos rendimientos y la disminución en el uso de agrotóxicos, lo que no han comprobado ni siquiera en Estados Unidos, de acuerdo con un reporte de abril de 2006 del propio Departamento de Agricultura".
Aseguró que los transgénicos "no son una solución para la producción de maíz en México, porque no contamos con las condiciones que requieren para prosperar, esto es, amplias extensiones de monocultivo altamente tecnificado, con riego y con el uso de un paquete tecnológico que los campesinos mexicanos no pueden costear".
Consideró que solución para elevar la producción de maíz en México requiere de un cambio de fondo en las políticas públicas para el campo y la producción de alimentos.
Antes que permitir la siembra de transgénicos, el gobierno federal debe invertir en la protección y el cultivo de la biodiversidad de maíz, que está perfectamente adaptada para resistir plagas, sequía, inundaciones, vientos, alcalinidad o acidez de los suelos. Agregó que las empresas buscan hacer cultivos experimentales en marzo.