Cómo acabar con el Narco en tres fases.
Hace dos o tres semanas, en este mismo espacio, decía que tratar de acabar con el narco llenando de soldados y policías el territorio nacional, era como tratar de acabar con el terrorismo de los extremistas islámicos invadiendo Irak. Hoy, después de ver los resultados que los operativos especiales han arrojado, creo que más bien es como tratar de acabar con las masacres en las escuelas gringas invadiendo Corea del Sur. ¿Esto, entonces, quiere decir que no hay que hacer nada y quedarse sentados, viendo cómo los criminales organizados nos desorganizan la vida a todos los demás? No, lo que quiere decir es que hay que hacer las cosas de otra manera. He aquí un plan de acción en tres sencillas fases.
Fase número uno.
Esta fase consiste en tratar de llevar la fiesta en paz y terminar con la violencia por las buenas. Se podría conseguir con dos sencillas medidas.
Tenencia de la tierra
Una primera medida que podría disminuir la violencia, sería dar seguridad jurídica a los grupos de criminales asentados en cada entidad, para que éstos puedan demostrar la tenencia de determinados territorios. Sinaloa, por ejemplo, pertenece claramente al Chapo Guzmán, y el Golfo de México pertenece ancestralmente a Osiel Cárdenas, pero por no contar con los papeles correspondientes, otros grupos de otras entidades se sienten con el derecho de disputarles sus plazas –a veces hasta con el uso de la fuerza- sin que los malhechores autóctonos cuenten con alguna protección legal.
Reconciliación de enemigos
Una segunda medida consistiría reconciliar a las bandas de forajidos que, por diferentes razones, se encuentran enfrentadas. Nuestro país ha sido cuna de grandes diplomáticos y ha sido gestor de acuerdos históricos entre partes beligerantes, por lo que no faltará quién se ofrezca como mediador entre los cárteles rivales. De no ofrecerse nadie, sin embargo, podríamos recurrir a los buenos oficios del ex presidente Vicente Fox, quien en su momento se ofreció como voluntario para tratar de arreglar el histórico diferendo entre Bolivia y Chile y reunificar a las dos Coreas. Y si doña Marta quisiera acompañarlo en esta noble tarea, mejor que mejor.
Fase número dos.
De fracasar la fase número uno, se pasaría a la fase número dos- básicamente, porque ése es el número que sigue-, que consiste en combatir a los narcotraficantes con toda la fuerza del estado, pero privilegiando el uso de la inteligencia- me refiero a las labores de inteligencia; no se vaya a pensar que se le está diciendo tonto a nadie-.
Operativo súper dúper especial.
Como no sabemos con certeza cuántos mexicanos están involucrados en la producción y tráfico de droga- aunque por lo que se ve han de ser bastantitos-, lo más adecuado sería extender los operativos especiales a todos los rincones del territorio nacional, desplegando a los agentes de la PFP en cada estado, municipio, colonia y calle. Los cálculos más conservadores apuntan a que, para lograr éste objetivo, se necesitaría contratar aproximadamente a la mitad de la población en edad económicamente activa- mayor de seis años de edad-, con lo que además se conseguiría el otro objetivo del presidente de la república: crear empleos.
Recontra corromper policías
Para como están las cosas, ya es muy tarde para hacer limpias en las policías. Más bien hay que partir del hecho de que los cuerpos policíacos como tales trabajan para los narcotraficantes, y que si queremos que se vuelvan a pasar para este lado habrá que sobornarlos. Lo que procede, entonces, es hacer un trabajo de inteligencia que permita saber con precisión cuánto ganan de verdad los agentes policíacos de todos los niveles- municipales, ministeriales, federales, etc- y ofrecerles unos jugosos cañonazos que los hagan caer en la tentación de volver al redil. Habrá que estar pendientes, sin embargo, de lo que a su vez les ofrezcan los narcos para corromperlos nuevamente, e ir mejorándoles la oferta para no perderlos nuevamente.
Fase número tres.
Si no nos queda otra que pelear, por lo menos que no nos cueste.
Extorsionar a los EU.
Para complacer a los Estados Unidos, nos hemos enfrentado en una guerra sin cuartel contra los narcotraficantes - bueno, más o menos-, en la que hemos ido cediendo paulatinamente ante sus exigencias, hasta el punto de extraditarles a los capos más gallones sin pedir nada a cambio, y sin que hasta el momento hayamos vi$$$$$$to claro. La idea sería, entonces, no mandarles a los jefes de los cárteles de oquis, sino esperar a que el FBI le ponga precio a sus cabezas, para después mandárselos y cobrar las recompensas correspondientes.
Privatizar la lucha contra el narco
Si al final nada funciona, siempre queda la posibilidad de venderle la lucha contra el narcotráfico a Carlos Slim. Seguramente, en cosa de meses él transformaría esos onerosos operativos especiales en lucrativas acciones bursátiles, que lo harían a él mucho más rico, a los gringos no les molestaría y a nosotros nos dejarían más o menos como estamos.
Patricio-- El Pescado Original