Alejandro Encinas Rodríguez
8 de mayo de 2007
En el marco de las elecciones presidenciales en Francia se presentó un debate respecto a las estrategias electorales de los candidatos a la presidencia. Se discutió, por un lado, sobre las ventajas de que la candidata socialista, Segolene Royal, presentara una propuesta integral abordando diversos temas, lo que si bien le permitió acercarse a todo el espectro del electorado, tuvo como resultado una agenda dispersa.
Por el otro lado, el candidato de la derecha, Nicolas Sarkozy, se enfocó en temas puntuales, lo que le permitió ser identificado con planteamientos muy puntuales. El dilema parece obvio, una estrategia que busca acercarse a sectores amplios de la sociedad, que enfrenta el riesgo de diluir las propuestas, frente a una agenda concentrada y fácil de identificar, y que busca alienar a una parte del electorado.
Durante el pasado proceso electoral en México, el señor Felipe Calderón optó por una versión extrema de este último caso, toda vez que decidió, de manera explícita, presentarse con una sola propuesta, la del "candidato del empleo".
Esta estrategia tiene la ventaja de identificar un compromiso de manera sencilla, pero también permite realizar una evaluación simple de su administració n; hay un tema: la creación del empleo, que sirve al mismo tiempo como oferta electoral y como indicador para medir el éxito o fracaso de su gestión.
En este sentido, en materia de empleo, 2007 dejará mucho que desear. Hace unos días, tanto el Banco de México como la Secretaría de Hacienda, reconocieron que el crecimiento económico será menor al esperado, y por supuesto, si no hay crecimiento, no habrá creación de empleos.
Cabe recordar que en diciembre pasado, la SHCP envió al Congreso de la Unión el paquete financiero para 2007, que establece en los "Criterios Generales de Política Económica" las estimaciones oficiales en materia de inflación, crecimiento, tipo de cambio y tasas de interés, las cuales consideraban un crecimiento del PIB de 3.6% para este año.
Más aún, en el marco de la nueva Ley de Responsabilidad Hacendaría, hace unas semanas, Hacienda reiteró en un nuevo documento presentado ante el Congreso, la meta de 3.6% de crecimiento anual, a pesar de que ya se vislumbraba un desaceleramiento de la economía.
Resulta interesante que el Banco de México en su informe sobre inflación enero-marzo 2007, redujera el rango estimado de crecimiento esperado de 3.25 y 3.7 puntos, a un rango entre 3 y 3.5 puntos. En el mismo documento, Banxico señala que dado el impacto de este ajuste, no se podrán crear más de 660 mil empleos en el sector formal, frente a los 858 mil que se crearon el año pasado; es decir, se perderán en la estimación casi 200 mil empleos, una caída del 25%.
En reacción a este planteamiento, el titular de la Secretaría de Hacienda, si bien reconoció que el crecimiento no será el estimado, arremetió contra el banco central al señalar que justo por que la economía se está desacelerando no compartía la decisión del Banco de México de apretar la política monetaria, lo que restringirá más aún las posibilidades de crecimiento.
Más allá de este diferendo, lo cierto es que independientemente de las estimaciones, la tasa nacional de desocupación que dio a conocer recientemente el INEGI presenta un escenario desolador, ya que tan sólo del 30 de noviembre de 2006 a marzo de este año, pasó del 3.58% al 4.01% de la Población Económicamente Activa; es decir, se perdieron 180 mil empleos.
Más allá de diferendos políticos o ideológicos, los datos son contundentes, por los que se debe reconocer que la principal oferta electoral de la derecha, la creación de empleos, está fracasando. Es la vara que ellos escogieron y con ella serán medidos.
aencinas@economia.unam.mx
Profesor de la Facultad de Economía de la UNAM