Ricardo Rocha
Oaxaca: la sangre que viene
El gran pintor oaxaqueño y universal Francisco Toledo tiene razón: Oaxaca está al borde de la guerra civil. Y es que sólo estando ahí se puede percibir la descomposición a que ha llegado el actual estado de cosas: enfrentamientos entre la APPO y la PFP; detenciones arbitrarias de sospechosos de ser sospechosos; gavillas pagadas para destruir el patrimonio oaxaqueño y justificar la violencia; consignaciones masivas e ilegales de activistas o gente que pasaba por ahí y que son enviados a prisiones federales de alta seguridad, lejos, muy lejos de su estado; violaciones cotidianas a los derechos humanos mediante agresiones físicas, intimidación y tortura. En suma, el incubamiento de un nuevo capítulo que podría alcanzar dimensiones catastróficas en muertos y sangre.
Hasta ahora, Oaxaca y los oaxaqueños han sido rehenes de las disputas políticas de los grupos que pelean ferozmente por el poder: el todavía gobernador Ulises Ruiz en primer término; los ex gobernadores Carrasco y Murat; los líderes appistas y del magisterio; el propio gobierno federal y los partidos políticos. No hay duda. Pero tampoco la hay de que la misma sociedad oaxaqueña en su gran mayoría está agraviada e irritada. Que la gestación del conflicto no es breve ni nueva, sino que se remonta a más de 70 años de dominación priísta que se ha mantenido a base de corrupción, explotación e injusticias. Que los hechos de los seis meses recientes no sólo son resultado de la implacable guerra por el control del estado, sino de una auténtica manifestación de repudio hacia el hombre que encarna hoy los más execrables hechos del pasado y el presente de Oaxaca.
Lo más grave es que ahora la situación es todavía más amenazante. Porque cada día hay más muertos, desaparecidos, heridos, torturados y exiliados. Incluso, desde la percepción de los rebeldes, ahora también hay mártires. Y esta explosiva combinación propende por desgracia a las vías del ojo por ojo y del todo o nada.
En este marco entrevisté a Flavio Sosa, apenas el pasado lunes 4 en mi noticiario vespertino -ya el único-. Pregunté: -Flavio, ¿tendrás que salir corriendo de esta entrevista? -Probablemente. -Mejor ni decimos desde dónde estamos transmitiendo; hay una orden de aprehensión en contra tuya. -Sí, hay varias órdenes de aprehensión. -¿Qué ha pasado en los días recientes en Oaxaca? -El último mes, en noviembre, hubo un vacío de poder terrible en el país, que lo aprovechó perfectamente Ulises Ruiz. Tenía secuestrado el 1 de diciembre, tenía secuestrada la toma de posesión de Felipe Calderón. Así que él y el PRI pusieron las condiciones. -Ahora la PFP tiene ya tomadas prácticamente las posiciones que ustedes tenían antes. Se han levantado las barricadas. ¿Sienten la batalla perdida? -La batalla no está perdida. Hay un gran respaldo popular. Lo que sí hay también es un estado de sitio en Oaxaca. Tú no puedes caminar en la calle sin que te encuentres un retén, un grupo de policías que te detengan, que te revisen. Para ver si te encuentran algo que tenga que ver con la APPO, por si apareces en la lista, como en los regímenes militares. -¿Tienen pensado ustedes reactivar el diálogo? -Es uno de los objetivos, el traernos a la mesa con la presión durísima sobre nosotros. -Es una posición de debilidad en principio. -Nosotros traemos un mandato. Vamos a flexibilizar nuestra posición en el sentido de que mañana no es la prioridad la salida de Ulises. Vamos sobre el asunto de los presos... lo de Ulises lo seguiremos por los cauces jurídicos, es decir, vía Cámara de Diputados o de Senadores. Pero no vamos a declinar esa demanda.
-¿Ya ha habido alguna señal de parte de la Secretaría de Gobernación? -Nosotros entendemos como una señal el que pueda darse el diálogo mañana. Que se platiquen las condiciones de la agenda. Que se garantice la seguridad de todos nosotros. Y si se da un primer paso, yo creo que estamos avanzando.
Nuestro estudio está en Insurgentes Sur 1605. A Flavio Sosa y sus acompañantes los detuvieron 15 minutos después en un taxi a la altura del 1665 y fue llevado a Almoloya. Después hablé con Toledo: -¿Con qué rasgos y colores trazarías y dibujarías la realidad en Oaxaca? -Con el violeta de los moretones de los detenidos. El negro de estos días. Y el rojo de la sangre que viene.