cuauhtémoc arista
México, D.F., 10 de enero (apro).- La designación de Guillermo Valdés Castellanos, “responsable directo” de las encuestas de GEA-ISA, como director general del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), es el eslabón que faltaba para unir dos áreas estratégicas por sus funciones, pero sobre todo por su peso en el reparto de las cuotas de poder entre los grupos cercanos al presidente legal de la República, Felipe Calderón. Tales áreas son la de seguridad y la de energía, especialmente Pemex.
En ambos campos de la administración federal se muestra una mezcla de cuadros priistas y panistas de nuevo cuño, cuyo denominador común es la cercanía con Calderón Hinojosa. Por ejemplo, el procurador general de la República, Eduardo Medina Mora, nombró como subprocuradores a Arely Gómez y a Juan de Dios Castro, pese a que no cumplen con el perfil de sus funciones. En el caso de Castro, se justifica con su conocimiento del derecho, pero no se le conoce trayectoria en la defensa de los mismos. El nombramiento del resto de los altos mandos se limitó a una rotación.
La excepción es justamente la de Valdés Castellanos, quien expidió las primeras encuestas en las que el candidato Calderón empataba y rebasaba a Andrés Manuel López Obrador. Lo hizo junto con Arcop, la encuestadora contratada por Acción Nacional para darle seguimiento a la elección presidencial, y BGC, conducida por Ulises Beltrán, el encuestador de cabecera de Carlos Salinas, pero GEA-ISA (Grupo de Economistas Asociados e Investigaciones Sociales Aplicadas) ofreció a lo largo de la campaña cifras erráticas que causaron desconfianza desde el principio: de un mes al otro, López Obrador llegó a perder entre 12 y 15 puntos, que ganaban Calderón y en menor medida Roberto Madrazo.
Ante los cuestionamientos, Valdés Castellanos sólo acertaba a justificarse: esas violentas variaciones se están dando en el ánimo de los electores, no en nuestras gráficas. Sin embargo, en la siguiente entrega, López Obrador volvía a recuperar una ventaja mínima. En las últimas cifras, GEA-ISA le atribuyó a Calderón dos puntos de ventaja, la mayor que se le predijera al panista entre el gremio de “expertólogos”, como los llamó alguna vez el actual presidente legal.
En el Cisen, donde ejercerá un presupuesto de más de mil 114 millones de pesos, Valdés sólo cumple parte del perfil, el relativo al aspecto técnico del análisis estadístico y quizá del político. Quienes conocen la naturaleza de la prospectiva en seguridad y gobernabilidad opinan que deberá estar atado a los viejos cuadros del centro para garantizar al menos la estabilidad de las áreas operativas, cuya dispersión siempre se ha considerado una peligrosa consecuencia de los procesos de innovación o del cambio de perfil de la institución.
Sin embargo, la lógica del nombramiento parece apuntar a que el Cisen se convierta en un proveedor de datos para la toma de decisiones en un reducidísimo círculo en torno de Calderón, en que los funcionarios que encabezan las instituciones de Defensa y Seguridad Pública se limiten a ejecutar órdenes políticamente prediseñadas. En este sentido, y contra lo que haría pensarse en una consideración inmediata, el papel de Francisco Ramírez Acuña se fortalecería con el nombramiento en el Cisen del economista, que no pertenece propiamente a su grupo cercano.
Más allá de este juego de equilibrios internos del equipo de Calderón, en el que la fase zedillista parece haber dado el tono político, hay datos que indican cómo se está armando el rompecabezas de la gobernabilidad, según la nueva administración.
En la Comisión Federal de Electricidad (CFE) se ratificó a Alfredo Elías Ayub, y a la cabeza de Petróleos Mexicanos (Pemex) fue designado ya Jesús Reyes González (que adoptó “Reyes Heroles” como referencia política), exsecretario de Estado zedillista y fundador del Grupo de Economistas Asociados.
Llama la atención que en una empresa tan especializada, los primeros nombramientos de Reyes González hayan sido los de dos socios suyos en la filial GEA Structura: Mariano Ruiz Funes pasó de la dirección de GEA a la coordinación de asesores del director general de Pemex, y Roberto Ortega Lomelí saltó de la dirección del Grupo de Asesoría Estratégica a la Coordinación Ejecutiva de la misma dirección general. Ortega Lomelí va a conducir, de acuerdo con lineamientos tendentes a impulsar la reforma energética, las relaciones del corporativo petrolero con el gobierno federal y con el Congreso.
Adicionalmente, GEA-ISA proveyó de análisis y asesoría al nuevo mandatario de Tabasco, el químico Andrés Rafael Granier Melo, desde la competencia interna del PRI y en la disputa de la gubernatura. Como parte de la segunda, la consultoría elaboró un plan energético para Tabasco, que Granier incluyó en su oferta de gobierno. En la prensa del estado se especifica incluso que dentro de ese proyecto se prevé un millonario plan de inversión de la división petroquímica de la paraestatal (dentro de la estrategia para que Pemex disminuya la importación de gasolinas y gas licuado-propano), que con el nombramiento de Reyes Heroles estaría casi asegurada.
Otro aspecto por considerar es que, políticamente, Pemex fue una de las áreas sensibles para la imagen del gobierno de Vicente Fox y para la campaña de Calderón. El primero nunca pudo librarse satisfactoriamente de los cuestionamientos sobre el otorgamiento de contratos a empresas vinculadas con familiares de su esposa, y el segundo todavía no aclara las contradicciones en las que incurrió su cuñado Hildebrando Zavala cuando fue acusado por López Obrador de haber obtenido contratos con la paraestatal durante la gestión del hoy presidente legal como secretario de Energía:
Mientras Calderón y Pemex negaban toda relación, Hildebrando admitió la existencia de un contrato por 8 millones de pesos signado durante el periodo señalado. Así mismo, diversos medios –sobre todo Proceso– han relatado los pormenores de los negocios de la familia del jefe de la oficina de la Presidencia, Juan Camilo Mouriño, con la especulación de precios de combustible basada en una diferencia tarifaria correspondiente a la zona fronteriza.
“Un cúmulo de eventos políticos en un periodo relativamente corto ha sacudido desde sus cimientos al sistema político del país. Las instituciones son objeto de fuertes cuestionamientos, a los que deberán responder. Los partidos políticos enfrentan una situación crítica, que está gestando transformaciones todavía difíciles de anticipar. Las expectativas sobre la próxima administración se están forjando, con base en información limitada y después de una elección particularmente ajetreada (...) El balance de las fuerzas políticas en el Congreso es muy diferente y anticipa una nueva dinámica en la definición de las acciones de gobierno. Sin embargo, la ciudadanía, el pueblo de México, mantiene el anhelo y la esperanza de que la situación mejore, de que la próxima etapa le permita prosperar y mejorar su condición, regresar gradualmente a lo que puede denominarse una nueva normalidad”, escribió Jesús Reyes González en un análisis de Structura para El Universal (27 de octubre de 2006), todavía en su calidad de economista y mucho antes de que Valdés Castellanos intentara justificar, en su última colaboración para Milenio, mediante malabares retóricos, un “salto” del ámbito “académico” al “político” –un brinco que se dio desde el origen de la consultoría.
Por cierto, el pasado 3 de agosto el nuevo director del Cisen firmó como “intelectual”, junto con otras 134 personas muy conocidas (entre ellas Jorge Alcocer, hoy funcionario de Gobernación, y el propio Ulises Beltrán, Jorge G. Castañeda, Enrique Krauze, Lorenzo Córdova y María Amparo Casar), el manifiesto “No hubo fraude”, en el cual se dice que “la jornada del 2 de julio fue ejemplar por la participación ordenada de más de 42 millones de votantes”...