POR ALFREDO JALIFE-RAHME
Si alguien tiene la paciencia de ver o escuchar los multimedia mexicanos, pues nunca ha estado mejor el país con un presidente narcisista (para no decir que onanista) que se autoalaba día y noche con 80 mil espots diarios.
La triste realidad es otra y los límites de la propaganda mercadológica son patentes. Con o sin Fox, la política pura estará por encima de la mercadotecnia, que es simplemente un instrumento adicional, benéfico o maléfico, dependiendo del uso que le dé en el acervo de la política insustituible. Esto nunca lo entendió un mediocre gerentito de la Coca Cola, a final de cuentas una trasnacional de bebidas adictivas, transformado aberrantemente en presidente de una nación tan compleja y complicada por su naturaleza topográfica y su geopolítica singular.
Ya el yucateco Carlos Castillo Peraza se esperaba lo peor con Fox, con justa razón, por lo que abandonó a su partido en manos de traficantes de influencias (¿y de estupefacientes?) y así intentar posicionarse como el sucesor intelectual de Octavio Paz, lo cual no pudo conseguir debido a su despido prematuro de la vida por una enfermedad letal en Alemania, donde había estudiado como seminarista.
La destacada imagen de Castillo, uno de los relevantes ideólogos del PAN, pesará el tiempo que dure el régimen espurio de "Felipe El Breve", de quien fue el mentor en le tórrido Campeche durante ocho años. en donde devoraban diario el "pan de cazón"(sin "l" por favor.)
Fox deja al país fracturado y con el Pacto Social resquebrajado, que mal que bien había durado desde la década 10 del siglo pasado -quizá con uno de los pactos sociales más duraderos y exitosos de la modernidad. Ese será su legado aciago y no existe mercadotecnia que lo pueda ocultar.
La cohesión social representa el alma de las naciones, que permite establecer pactos sociales que a su vez estimulan la formulación de leyes de convivencia que se plasman en constituciones. Esa ha sido la vida libertaria de todas las naciones. No existe mayor emanación de convivencia armónica que la Constitución, de la que emanan las leyes que permiten que lubriquen todo el resto de las actividades humanas. Es puro Kant. No se puede saltar esa etapa que conforma la piedra de toque de las naciones al riesgo de hacer derrumbar los castillos de naipes construidos en la zahareñas mentales de la fantasía. Fox construyó castillos de naipes en las arenas movedizas de la política mexicana, al tiempo que desmantelaba la armonía social en una aplicación unilateral de las leyes distorsionadas siempre en contra de su enemigo eterno AMLO, quien se volvió su obsesión destructiva, y a favor de la insolente plutocracia, en particular el quebrado y siempre subsidiado Grupo Monterrey, que lo colocó en la silla presidencial que también acabó por destruir. No le importó que el precio final -desde el martirio de AMLO, quien sufrió toda clase de vejaciones y ultrajes desde el desafuero judicial hasta el fraude electoral- haya sido la ruptura del Pacto Social.
De cierta manera habría que agradecerle a Fox que haya catalizado lo que quizá ningún mexicano hubiera osado emprender: la demolición del "viejo régimen", carcomido en sus entrañas y que hoy es disfuncional a todas luces.
Es cierto que el Pacto Social había sido roto por la permanencia en el poder durante un cuarto de siglo de lo que hemos denominado el "salinismo financiero", esa mezcla de la fauna de funcionarios indoctrinados y doctrinarios del modelo caduco del neoliberalismo, que fue creada por De la Madrid Hurtado (proveniente del Banco de México), consolidada por Salinas (un pésimo economista), Zedillo (un burócrata del Banco de México), y que intentó perpetuarse en forma absurda mediante el travestismo del cambio de siglas (del PRI al PAN) con Fox (y ahora con "Felipe El Breve"), pero que conserva la matriz plutocrática neoliberal.
En una lectura de larga duración, de corte braudeliano, desde 1968, el Pacto Social se había resquebrajado. Otros historiadores van más atrás, para detectar en los movimientos ferrocarrileros y médicos el inicio de la revuelta contra el Pacto Social. Hoy, casi la mitad de un siglo. ni existen ferrocarriles ni médicos ni estudiantes: la estructura humana ha sido desmantelada y la cuarta parte de la nación mexicana (25 millones) ha ido a buscar la libertad económica allende las fronteras que no encuentran en México, donde la insolente plutocracia del "salinismo financiero" ha literalmente acaparado todos los medios de producción y subsistencia. Pero mal que bien nadie quería cargar con la responsabilidad de romper el Pacto Social que permanecía con todos sus vicios y con una Constitución más parchada que los harapos de un indigente.
Con algunas excepciones guerrilleras en Oaxaca y Guerrero, todos, hasta la guerrilla zapatista de Marcos, criticaban ferozmente, con justa razón, el caduco Pacto Social, pero todos simulaban respetarlo.
La república sufrió varias pesadillas: desde la crisis económica de De la Madrid Hurtado (el peor sexenio del último cuarto de siglo; incluso él mismo lo admitió tangencialmente en una confesión a un periódico financiero) y de Zedillo, así como las matanzas del presunto multiasesino Salinas. Pero el Pacto Social era relativamente intocable.
Cuando la macroeconomía es manejada por los organismos internaciones de Washington (FMI y Banco Mundial, mediante el decálogo neoliberal del "Consenso de Washington" y el rescate financiero clintoniano), desde el "efecto Tequila" en la etapa del zedilismo mediocre, Fox, en forma paradójica, con una economía relativamente sin sobresaltos en el exterior (aunque pésima al interior: la microeconomía de "changarros" y PYMES carentes de créditos), rompió el Pacto Social, hazaña que no consiguieron sus antecesores tan peores como él: De la Madrid Hurtado, Salinas y Zedillo.
Tampoco la estabilidad de la macroeconomía es un logro personal de Fox, quien no tiene la más mínima idea del significado de "economía", y que debió su suerte a un precio alto del petróleo que deseaba entregar a las trasnacionales texanas. Nadie odia más al petróleo mexicano que Fox: prefería asistir a la ceremonias de la banca hoy en manos extranjeras que a los aniversarios, a su juicio anacrónicos, de PEMEX, que le da el 40 por ciento de los ingresos fiscales al país. Ese es el más puro estilo foxiano: genuflexo con la banca trasnacional que nada le ha aportado a México (en términos tangibles; no publicitarios), y arrogante con los mexicanos que lo mantuvieron.
A finales del sangriento salinismo, recuerdo una charla con Francisco Ruiz Massieu (a quien también los Salinas le quitaron la vida), uno de los mejores ideólogos del PRI (por ende, de México en su momento), quien ya vislumbraba una reforma política con un nuevo Pacto Social al estilo del Pacto de la Moncloa o hasta la transición "a la chilena".
Eran otros tiempos, y el tiempo todavía corría a favor del "viejo régimen", que ya exhalaba sus estertores. Han pasado 12 años y ahora la iniciativa para la creación de un nuevo Pacto Social se ha trasladado en forma peligrosa a las calles del país, debido a la ceguera de la mediocre clase política engendrada por las estructuras corruptas del "viejo régimen", al que le deben su "lealtad", y de la insolente plutocracia que hizo fácilmente su dinero y que, peor que nada, ignora las lecciones (y elecciones) de la historia universal.
No es momento de realizar la disección anatomo-patológica del cadáver foxiano que dilapidó 500 mil millones de dólares de ingresos petroleros, según Guillermo Ortiz Martinez, el nada agraciado gobernador del Banco de México, quien hasta parece marxista por sus feroces críticas para curarse en salud a destiempo de todos los errores del sexenio que feneció sin gloria y con mucha pena.
El legado macabro de Fox rebasa sus presuntos lazos con el narcotráfico: aún no sale nada en este supuesto "sexenio de las leyes", repleto de sofistas y chachalacas, sobre el avión de CONAGUA capturado en Ciudad del Carmen con la mayor carga celestial de cocaína en la historia de México, y el procurador Cabeza de Vaca (que le rinde honores cerebrales a sus apellidos), un vulgar notario público de Guanajuato, se despide sin resolver este caso que marca de cuerpo entero la inmoralidad consubstancial del foxismo. Se pudiera incluso aseverar que esa ha sido la marca de los finales de los sexenios anteriores, en los que el narcotráfico ha dejado sus huellas desde De la Madrid Hurtado, Salinas y Zedillo, donde han brillado capos, cárteles, "Pacas" y paquetes: asunto del cual tampoco "Felipe El Breve" podrá escaparse, debido a su intimidad tanto con Lozano Gracia (el primer procurador panista de la historia mexicana), como con uno de sus cuñados incomodísimos que no es Hildebrando (Juan Ignacio Zavala Gómez del Campo, nombrado "cónsul" por Castañeda Gutman), ya no se diga los vínculos extraños del padre de su "favorito", el gallego-mexicano Juan Camilo Muriño, en asuntos gaseros de Campeche.
Todo eso pasa y ha pasado, así como otras anécdotas de los grotescos fines de sexenio, y no pusieron en riesgo el Pacto Social que despedazó Fox como su obra de máxima letalidad destructiva.
Hoy la república está en llamas, en particular en la región abandonada del sur indigente, y la capital está a punto de lanzar sus lavas volcánicas a partir del 20 de noviembre, cuando AMLO sea ungido por la población como su presidente legítimo, cuando el agazapado "presidente legal" del "viejo régimen" anda a salto de mata y prefiere vivir más tiempo en el extranjero.
Del 20 de noviembre hasta el 1 de diciembre, México vivirá los doce días más largos de su historia moderna que reflejan la ruptura del Pacto Social que ejecutó Fox.
La salida es muy sencilla, si el Grupo Monterrey y la fauna neoliberal del "salinismo financiero", conjugada por De la Madrid Hurtado, Salinas, Zedillo y el mismo Fox, aceptan la creación de un nuevo Pacto Social que pasa por la renuncia de "Felipe El Breve", la instalación de un "presidente interino" aceptado por la concordia nacional y la armonía social, con la cita a nuevas elecciones presidenciales en un máximo de dos años para convocar a una Asamblea Constituyente.
Con "Felipe El Breve" no existe salida, sino profundización de la crisis. Y esperemos que los lúcidos pensadores que todavía quedan del "viejo régimen" lean los alcances del viraje hacia la desglobalización y al centro-izquierda, desde Brasil hasta EU, con una diferencia de diez días, y que hacen más grotescamente aberrante la unción de "Felipe El Breve" como "presidente legal" en el vacío de un modelo neoliberal caduco, en un país con las características sociales de México y, peor que nada, sin la garantía de un Pacto Social que dejo totalmente destrozado Fox.